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La Inteligencia de EEUU acusa a Mohamed bin Salman

La Administración Biden ha cumplido su palabra y ha desclasificado este viernes el informe íntegro de sus servicios de Inteligencia sobre el asesinato de Jamal Khashoggi. Según sus conclusiones, el heredero al trono saudí, el príncipe Mohamed bin Salman, “aprobó la operación en Estambul para capturar o asesinar a Khashoggi”.

El documento señala que los agentes saudíes no pudieron actuar sin el conocimiento y la autorización de Bin Salman y, por tanto, que tampoco pudieron llevar a cabo el asesinato en contra de los dictados del heredero, conocido por sus iniciales, MBS. Bin Salman reina ‘de facto’ en Arabia Saudí y es ministro de Defensa. Según la información desclasificada y difundida por la agencia Reuters, el heredero saudí veía a Khashoggi como una “amenaza para el reino” y “apoyaba la violencia si era necesaria para silenciarle”.

“Evaluamos que el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman, aprobó una operación en Estambul, Turquía, para capturar o matar al periodista saudí Jamal Khashoggi”, afirma el resumen ejecutivo del informe, que basa esa conclusión en “el control del príncipe en la toma de decisiones en el reino”, por encima de su padre, el rey Salman bin Addulaziz Al Saud, además de una conexión con un “asesor clave” y “miembros de su equipo de seguridad que participaron en “la operación”.

La Inteligencia estadounidense ha elaborado una lista de 21 personas que “con alta seguridad fueron cómplices o responsables de la muerte de Khashoggi en nombre de Bin Salman”.

El esperado informe señala también que MBS es proclive a apoyar el uso de “medidas violentas para silenciar a disidentes en el extranjero, incluyendo a Khashoggi”. El documento tiene cuatro páginas de extensión y está fechado el 11 de febrero. Ha sido desclasificado por la directora de Seguridad Nacional, Avril Haines.

Se trata de la confirmación por escrito del final de la ‘luna de miel’ entre Riad y Washington una vez que el principal propulsor del idilio, el ex presidente Donald Trump, está fuera de la ecuación y lejos de la Casa Blanca. Lo dejó muy claro Biden antes de que viera la luz el informe en el Congreso al suspender el apoyo a las operaciones militares de Arabia Saudí en Yemen y mostrarse inclinado a retomar el acuerdo nuclear con Irán que Trump abandonó.

Biden se convierte así en el primer presidente estadounidense en décadas en enfriar de forma manifiesta las relaciones con los saudíes, en un momento además de menor dependencia del petróleo árabe y con la clara ambición de impulsar las energías renovables como forma predominante de energía en el futuro.

SANCIONES Y RESTRICCIONES DE VISADOS
La Administración Biden ha anunciado que impondrá sanciones y prohibiciones de viajar a EEUU a varios ciudadanos saudíes implicados en el caso, pero ya ha adelantado que no lo hará contra MBS. Un gesto que busca preservar un canal de trabajo con el príncipe heredero. “El objetivo es recalibrar el nexo, no romperlo, por los importantes intereses que compartimos”, ha señalado la Casa Blanca.

La decisión de revelar las conclusiones del informe significa que EEUU pone los derechos humanos de nuevo en la agenda. El dossier apunta directamente al príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, como responsable de la muerte del columnista del ‘Washington Post’, algo los informes tanto de la ONU como de los servicios secretos turcos y estadounidenses afirmaron desde el principio, pero que Riad siempre ha negado.

Khashoggi fue asesinado el 2 de octubre de 2018, cuando acudió al consulado de Arabia Saudí en Estambul, por un comando de agentes llegados expresamente desde el reino. Su cuerpo fue descuartizado en los sótanos de la sede diplomática y nunca ha sido encontrado. Riad culpabilizó del asesinato a agentes saudíes fuera del control del Estado y juzgó en 2019 a los presuntos autores. Cinco saudíes fueron condenados a muerte, aunque luego se les conmutó la pena capital por sentencias a 20 años de cárcel.

LLAMADA AL REY SALMAN
La publicación del informe que señala a Bin Salman llega horas después de que Biden llamara a su padre, el rey Salman, en su primera comunicación desde que tomó posesión como presidente. Durante la llamada telefónica, Biden “afirmó la importancia que pone EEUU en los derechos humanos y el Estado de derecho”, según ha revelado este viernes la Casa Blanca. Ambos mandatarios departieron sobre el conflicto en Yemen y el compromiso de EEUU con la defensa de Arabia Saudí. Washington no ha desvelado si Biden mencionó a Salman el informe sobre Khashoggi, pero la inminencia de la publicación del documento cuando se hizo la llamada flotaba en el ambiente.

Cuando era candidato, Biden se mostró muy crítico con las políticas del príncipe heredero, conocido popularmente por sus iniciales, MBS, y señaló que la petromonarquía debía ser tratada como un Estado “paria” por el caso Khashoggi. Durante la conversación con el rey Salman -más de un mes después de tomar posesión como inquilino de la Casa Blanca- Biden también trató de encontrar puntos comunes y mostró su satisfacción por la reciente liberación de varios presos políticos. Biden evocó “el compromiso de EEUU a ayudar a Arabia Saudí a defender su territorio frente a ataques de grupos proiraníes” y el rey se mostró agradecido, siempre según el relato de la Casa Blanca.

DOBLE MENSAJE DE BIDEN
El presidente de EEUU ha proseguido este viernes su tarea de reconfigurar la política estadounidense en Oriente Próximo. Esta vez, el foco se ha centrado en dos ejes: Irán, donde busca revitalizar el acuerdo nuclear, y Arabia Saudí, con quien el demócrata está redefiniendo su relación bilateral.

En los últimos días, Biden ha multiplicado sus acciones para terminar de sacudirse la herencia de Donald Trump en la región y dejar clara su postura de oposición a la escalada de guerras por poderes entre Riad y Teherán. Una actitud que será dialogante, pero no blanda. Que apuesta claramente por buscar el fin de conflictos como los de Siria o Yemen. Pero que también tendrá mano firme. Y en esta clave se enmarcan sus últimos movimientos: la conversación telefónica que ha mantenido la pasada madrugada con el rey Salman de Arabia Saudí, la publicación del informe completo de las conclusiones de los servicios de Inteligencia de EEUU sobre el asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi y el bombardeo a posiciones de milicias proiraníes en Siria, primera orden de ataque de su mandato.

Cinco semanas después de su inauguración, el presidente de EEUU acomete la recomposición del tablero estratégico en Oriente Próximo lanzando mensajes a las dos potencias rivales.

Después de ocuparse del flanco saudí, Biden posó sus ojos en su rival regional, Irán, lanzando un mensaje de firmeza a la República Islámica. Trata así de tranquilizar a los que piensan que su aproximación dialogante para reeditar el pacto nuclear de 2015, que Trump abandonó en 2018, puede dar carta blanca a los intereses iraníes en la región. Así, en la misma madrugada del jueves al viernes, ordenó un ataque aéreo en el este sirio cuyo objetivo fueron fuerzas chiíes patrocinadas por Irán. La operación es la respuesta a un ataque contra una base que alojaba a tropas estadounidenses en Erbil, en el norte de Irak, el 15 de febrero pasado.

Ahora, Biden devuelve el pulso para presionar a Teherán, después de que el pasado fin de semana llevara al límite sus compromisos con el Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA). Suzanne Maloney, del think-tank estadounidense Brookings Institution, aplaude el mensaje del demócrata en el doble sentido del diálogo y la firmeza. “La diplomacia nuclear puede (y debe) coexistir con la disposición de EEUU a responder a los agentes iraníes que buscan dañar a los americanos. Señales de que la política hacia Irán no será una nueva versión de la de Obama”, ha escrito en su cuenta de Twitter.

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