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Vacuna, voto y democracia

Daniel Valles *).- “¿Cuántas vacunas menos van a llegar? No lo tenemos definido”, aclaró el director general de Promoción de la Salud del gobierno federal, Ricardo Cortés Alcalá. Y es que durante el fin de semana anterior se anunció que el presidente de la república estuvo de acuerdo con reducir el número de vacunas a ser entregadas por Pfizer durante las semanas siguientes.

La razón para esta decisión: que los países pobres tengan vacunas y no todas sean acaparadas por los países ricos como México, por supuesto. Pero que nadie se alarme. De acuerdo con el mismo presidente, todo va muy bien. “La pandemia está controlada y la curva domada”, desde hace meses. Por supuesto que lo anterior es un sofisma.

Sin embargo, así lo ha aseverado muchas veces el presidente en sus muy populares conferencias de prensa que sirven para dar a conocer lo que el gobierno federal llevará a cabo, no para hacer campaña política ni para generar una animadversión en contra de quienes no opinen como el presidente mexicano.

A mucha gente le sorprende que el presidente López Obrador haya cedido una parte de la cantidad de vacunas que su gobierno ya había anunciado que había logrado por medio del canciller Marcelo Ebrard. Pero no debe sorprendernos. Es la manera de actuar de nuestro presidente. Cambia radicalmente los anuncios de lo que va logrando.

El presidente se ha distinguido por ayudar a la gente de fuera del país. Como a los hondureños que les envió 30 millones de dólares (mdd) en julio de 2019, para que fueran financiados en sus necesidades de creación de empleos. Claro que por sobre los mexicanos, que también estaban en necesidad de empleos. Y lo mismo fue para El Salvador y Guatemala, para un total de 90 millones de dólares anuales.

Así es nuestro presidente. Busca quedar bien en todas partes con base en grandes entregas de dinero a la gente, tanto en México, como en el extranjero. Entonces, el que haya cedido la dotación de vacunas para los países pobres, nada tiene de extraño en los marcos de referencia de pensamiento del presidente López Obrador. Y en caso de que así haya sido, bueno, los mexicanos habremos de esperar.

Además, es de suponerse que sus allegados, ministros y personas de los círculos cercanos al poder moreno, ya deben haber recibido su primera dosis de vacuna, como la han recibido los llamados “Siervos de la Nación”, antes que el personal de hospitales y clínicas.

Ya hemos atestiguado por las notas periodísticas cómo regidoras, diputados locales y federales, también de Morena, así como personal administrativo federal, de hospitales del gobierno, se han “metido” a las filas que hace la gente del “pueblo” para recibir el biológico, a pesar de que han contado con una cita programada para ello.

Es cierto, algunas de estas personas han sido castigadas con el despido del trabajo, pero no así la mayoría de la gente que se ha descubierto en hechos de corrupción. De esa misma que “ya no hay”, como alega el presidente.

Así se demuestra lo que siempre afirmamos: la Corrupción solo se controla, no se elimina. El factor corruptible reside en el ser humano.

Curiosa y casualmente, renunció a su puesto Miriam Esther Veras Godoy. ¿Y quién es la tal señora? Era la directora del Centro Nacional para la Salud de la Infancia y Adolescencia (Censia). ¿Y sabe qué es lo curioso? Que ella era quien estaba a la cabeza del Programa de Vacunación Universal, para la vacunación de la población en el país.

¿Qué pasó? “Piensa mal y acertarás”, dice el dicho. La Secretaría de Salud, cuyo subdirector es el nunca bien ponderado Dr. Hugo López-Gatell, no aclaró los motivos de la renuncia de la doctora Veras Godoy. Se supo por notas periodísticas que fue “por razones personales”.

Pero ya sabe usted que las razones trascienden. Se dice, se rumora y se comenta que la dimisión de la doctora Miriam Esther Veras Godoy fue porque no estuvo de acuerdo con la forma en que se realiza la vacunación.

¿Tendría esto que ver con la decisión que tomó el “querido” presidente? Habría que preguntarle a la doctora. Pero verá: El que se haya tomado esa decisión podría hacer que la vacunación que apenas empieza en México, no se lleve a cabo con la celeridad que se pretende.

Se ha vacunado a poco más de 500 mil personas. No se puede asegurar que el plan de vacunación no se altere en su funcionamiento, como dice el presidente. Es incierto. Aunque el director general de Promoción de la Salud, Ricardo Cortés Alcalá, ni idea tiene cuántas vacunas no van a llegar. Tan sencillo que era haberle preguntado al subsecretario López o al mismo presidente.

Todo lo anterior, la decisión sobre la vacuna y la renuncia de la doctora Veras, como el que director de Promoción de Salud ignore datos importantes, muestra un dejo de incapacidad y el enorme peso que los ciudadanos tenemos a la hora de elegir gobernantes, sean diputados, senadores, presidentes municipales, gobernadores o, sobre todo, presidente de la república.

Cada quien en su esfera de gobierno toma decisiones que nos afectan para bien o para mal, en general. Y podemos estar o no de acuerdo con la decisión tomada por la persona en funciones. No hay garantía de en qué sentido decidirá. Siempre dirá que es en beneficio de la gente. Claro. Pero están ahí porque votamos para ello. Es la importancia de hacerlo con responsabilidad.

Habrá voces como la del doctor Manuel De La O Cavazos, secretario de Salud de Nuevo León, quien declaró “tener respeto al presidente de la nación; sin embargo, no comparte la decisión tomada”. El funcionario expresó, en cuanto al ceder las vacunas para los países pobres, que: “primero se debe ver por la población de México, para posteriormente ayudar a otras naciones”.

De La O Cavazos utilizó la analogía de las mascarillas en el avión durante una descompresión, donde primero las deben utilizar los pasajeros adultos, para después auxiliar a niños o personas discapacitadas.

La división de opiniones no nos debe extrañar. Siempre se darán en una democracia que no tolera la corrupción y permite el disenso. Lo que debemos aprender y tener presente es que un voto nuestro le da la capacidad a personas en funciones de gobierno para decidir nuestro futuro, sea en lo económico, en la salud o en la vida misma.

Hemos de tomar en cuenta lo anterior y no dejar que sean otras personas las que decidan tan delicados temas por nosotros. Votar, por quien deseemos y queramos, pero votar. No participar llega a ser un acto de corrupción a la democracia.

Cuando eso sucede, cuando la gente se da cuenta de la importancia de votar, lo hace en consecuencia y de manera responsable. Es entonces cuando ha madurado. Es así cuando las personas dejan de ser pueblo y se transforman en ciudadanos, en ciudadanos libres y responsables del futuro de la nación donde viven, quienes de la misma forma combaten la corrupción.

(*) Daniel Valles es el Comisionado Internacional Anticorrupción de la OMPP

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