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La razón por la que unos países sí han domado la pandemia

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La razón por la que unos países sí han domado la pandemia

Daniel Valles.- Si esta pandemia que vivimos hubiera sucedido hace 60 o 70 años, ¿la gente habría respondido igual que la de hoy? No lo creo. ¿Por qué? Mi hipótesis tiene que ver con varios aspectos sociales. El más importante tal vez, el debilitamiento primero y la eliminación después de la Educación en Moral.

Otra es el cambio en el tratamiento de la Verdad y la Mentira. Les aseguro que, para este renglón de mi entrega más de una persona ya dijo algo así como que no puede ser posible lo que escribe.

Por lo mismo agregaré un tercer concepto: La falta de sentido de comunidad, que es un subproducto de la falta de sentido común o una variante del mismo. Porque el sentido ya no es común a todos, sino al subgrupo social del que se trate.

Otro será la carencia de sabiduría y el exceso de expertos que tenemos, sin contar con la estrategia fallida de parte de quienes en el país tienen la obligación de atender. Eso es otra situación de alta corrupción que merece una entrega especial.

Hay más situaciones, claro. Pero en esta entrega mencionaré solo estos. Es un hecho que la educación en México ha sido transformada en las últimas cinco o seis décadas. Ahora somos ya no modernos, sino posmodernos.

Se han roto tabúes y ahora vivimos un concepto de libertad, donde nadie tiene porqué decirle a otros qué hacer ni qué creer. Cada quien puede y debe creer lo que le venga en gana. Somos libres. Hay un exceso de libertad.

Esto ha provocado un rompimiento entre generaciones y entre comunidades. Inicia cuando los “beibi bumers” tuvieron sus hijos y éstos llegaron a la adolescencia y luego han tenido a sus propias familias.

El haber transformado o modificado la educación no ha sido un hecho malo, per se, pero tampoco ha sido bueno. Ha sido ambos. ¿Por qué? Porque se dejó fuera la educación filosófica, ética, cívica, literaria y moral.

El hecho de no redundar en la educación y sobre todo en la educación moral y ética ha generado lo que los sociólogos definieron en los 90 del siglo XX como el “desgarre del tejido social”.

La educación moral refuerza, provoca, protege, guarda, edifica sobre conceptos a los que confronta acerca de lo que ya sabemos. Que han estado entre nosotros a través de los tiempos. Es decir, sobre lo que se llama tradición.

Para algunas personas lo tradicional o las tradiciones no son más que aspectos o hechos que se repiten o se han repetido y que permiten asociaciones sentimentales entre las personas. Como el celebrar la cena de Nochebuena, cantarle “Las Mañanitas” a quien cumple años, que parta un pastel y decirle mor-di-da, mor-di-da, etc.

Las tradiciones comunican a las generaciones el valor del sentido común. Por desgracia, no se alcanza a distinguir entre tradiciones y tradicionalismos, dos cosas completamente diferentes.

La gente actualmente no valora las tradiciones sino que hasta se burlan de ellas porque las confunden con tradicionalismos. Sin embargo, las primeras son un verdadero elemento que une y provoca que se valore y se estime a las personas. A las de antes y a las de hoy, a las que viven en sociedad o en conjunto con uno.

Alguien podrá decir, pero las generaciones actuales sí tenemos tradiciones y claro que las tienen, pero son de un tipo que no tienen mucho significado o significan poco para todos. Para la cultura. No resuelven cosa alguna. Son lúdicas casi todas ellas.

En este tiempo de semáforo rojo se escucha diariamente en los medios reportar y quejarse de las “coronafiestas” y lo que esto muestra es precisamente lo que le comento: A la gente no le interesa la comunidad, sino lo personal.

A la gente de hoy no le importa si se contagia, o contagian de Coronavirus a alguien más. Es el momento lo que importa. Vivir al máximo. Como sucedió en el país cuando de un día a otro, cuatro mil quinientas personas se contagiaron de acuerdo al reporte oficial del gobierno federal.

Eso hace que se prolongue el tiempo de duración de la pandemia y que está provocando el quiebre de negocios, así como el truene de la economía de miles de familias.

Agregue el exceso de carga de trabajo para miles de mamás que auxilian a sus hijos que toman clases en línea. Con la consecuencia de la deficiente forma de educar a distancia porque no se estaba ni remotamente preparados para hacerle frente a una situación así de demandante.

Pues a la gente no le ha importado todo lo anterior y más. Las fiestas han estado realizándose a pesar que los protocolos anti-Covid marcan lo contrario. La gente salió de “puente” como si nada. Acapulco se llenó. Las tiendas que están abiertas llenas. Ah, los hospitales y las funerarias, también.

Por cierto, si va usted a la CDMX estos días, tenga cuidado. Estarían por regresar al semáforo rojo debido al alto número de contagios de Covid.  Solo el mes de octubre se registraron casi 800 fiestas, de acuerdo a la SSC, cuando no estaban permitidas. ¿Resultado? Alza en contagios.

El estado de Nuevo León, también. Durante los últimos 14 días, las personas hospitalizadas se mantuvieron entre los mil 181 y los mil 290, hasta el día de hoy cuando la cifra incrementó en 27 pacientes en comparación a los registrados el pasado domingo 15.

Y así está la república. Con un millón 200 mil infectados en el acumulado y más de 100 mil personas fallecidas. Y la gente, como si nada. Debatiendo si es verdad o es mentira eso del Covid. Rehusándose a guardar la distancia social y usar cubrebocas.

Otros que tratan de imponer medidas para salvar la economía y otros la visión política de la pandemia que la declara “inusual”. Como si fuera algo de “temporada”.

En cuanto a la verdad como la mentira, el espacio me alcanza solo para establecer que son armas poderosas y en un planeta en “estado de guerra” como en el que estamos contra el Covid, no hay arma más poderosa que la verdad. Y esa es la que no nos han dejado saber.

La autoridad nos dice lo que le conviene y de acuerdo al grupo del que se trate es la versión que tenemos. En cuanto a la gente: que cada quien decida conforme a su criterio.

Sí, es cierto, las personas tenemos el derecho a elegir. Pero no se trata de que si tal derecho existe o no, sino de qué decisiones tenemos el derecho a elegir. Esto se pasa por alto. Y la gente decide en contra de la gente. Eso no tiene derecho a decidir.

La nueva moralidad de la voluntad dice que hay que respetar de manera absoluta la decisión de la persona. Que hay que ser tolerantes. Solo que de esa forma se niega cualquier otra consideración moral y ética de las personas. Pero como no se ha educado sobre tal cosa, no se distingue y se pasa por alto.

Que es la razón por la que unos países sí han domado la pandemia y aplanado la curva y otros no.