Inicio AVANZA SIN TRANZA El hombrecillo de papel

El hombrecillo de papel

Daniel Valles.- El iluso de Daniel Valles pensaba el pasado mes de abril que, para el verano siguiente, es decir, en junio o julio, la cuarentena que se establecía en el país por el Coronavirus a partir del 23 de marzo habría terminado o de perdida pasado a otra etapa, a una más llevadera y que permitiera la actividad profesional, comercial, empresarial y social.

¿Cuántas personas estarían igual que Daniel Valles? Más de una. Con toda seguridad. Han pasado seis meses de ello. La actividad económica sí, se ha reanudado parcialmente. Ha sido debido a una decisión económica y política. Sin duda.

El motivo de la cuarentena decretada por el régimen actual no ha sido ni domada, ni la curva aplanada, ni la gente ha dejado de morirse sino todo lo contrario. Por la misma fecha conocimos a un hombre que de seguro se ha convertido en el segundo hombre más impopular del país: el doctor Hugo López-Gatell.

La impopularidad no la ha alcanzado a sentir aún, pero sin duda lo hará si llegan a pasar una de dos cosas: Que se le termine el sexenio o que se lo terminen.

Al inicio de la pandemia en México no era así. El señor doctor era bien visto en todas partes. Se le tenía por hombre íntegro que presentaba gran lucha frontal contra un virus que amenazaba al país con ocasionarle grandes pérdidas de vidas humanas. 

Se tenían las cifras de España, de Italia, donde el Coronavirus había arrasado con la población. Sin embargo, en México empezaba. El primer caso se reportó el 27 de febrero. Hoy, a siete meses de ese caso, tenemos al miércoles 6 de octubre: Muertos 82 mil 726: infectados: 799 mil 188.

Es obvio que la estrategia del doctor ha sido una muy mala. Fallida, inútil, en palabras de algunas personas. ¿Qué pasó? A ciencia cierta no lo sé. Pero sí sé que el mes de abril el doctor López-Gatell mostró lo que sería su fallida actuación.

Eso sucede cuando en una conferencia de esas que cada mañana expone “nuestro ahora mucho menos querido presidente”, le dice o prácticamente le ordena aceptar que para el día 19 de abril, habrá pasado esta grave amenaza que se presentaba para México y sus habitantes. O sea, nosotros.

Lo que nerviosamente y con una cara de incredulidad mayúscula, pero sin querer contrariar a su jefe al que le debe el puesto, el salario, las canonjías y todo lo que vive le responden al mejor estilo de Capulina: “no lo sé, tal vez, puede ser, a lo mejor”.

Fue ahí, en ese preciso momento, que el Doctor Hugo López-Gatell mostró quién era y de qué estaba hecho. Era un hombre de papel con gelatina en las venas. Esto había estado precedido por la declaración presidencial de que “no pasaba nada, que nos abrazáramos, que saliéramos hasta que él mismo nos dijera que hiciéramos lo contrario”. 

Tal y como lo haría cualquier abuelito con sus nietecitos. ¡Qué lejos estuvo eso de una declaración presidencial con el garbo y la autoridad moral que se requería! Y más, qué gran ridículo presidencial fue eso de “Detente enemigo, el corazón de Jesús está conmigo”. 

¿Por qué no lo detuvo y le aclaró su error ahí mismo al presidente? Porque el doctor cree que la fuerza moral del presidente lo hace distinto a todo el resto de los seres humanos. Y que por su “santidad”, es incapaz de contagiar.

Van 82 mil 726 muertos después de eso hasta ahora, el hombrecillo de papel y gelatina en las venas enfrenta a los medios y los regaña, como hizo con El Financiero. Y, además, cree que tiene lacayos en los periodistas que asisten a sus conferencias para que vayan y le digan se modere, al periódico que dice creer que se llama El Financiero.

La cosa es que el doctor de nueva cuenta sale con que las cuentas han de ajustarse para tener la cantidad real de contagios y fallecidos. Es decir, actualiza la cantidad que desea se conozca. ¿Cuál es el motivo? Se desconoce.

El hecho es que ahora tenemos una nueva categoría para determinar los fallecimientos y los casos de contagios de Covid-19: La Asociación y Dictaminación Contagiosa.

“Los contagios por asociación, dijo en conferencia, son aquellos que tienen los síntomas de la enfermedad, en los últimos 14 días estuvieron en contacto con un caso o defunción confirmada, pero no tienen una prueba de laboratorio”.

Se explicó, por parte de las autoridades de salud, que las muertes por dictaminación se determinan cuando una persona no pudo hacerse una prueba de coronavirus o ni siquiera tuvo atención en un hospital, por ello un comité de vigilancia epidemiológica la evalúa y concluye que ésta sucedió por la enfermedad viral de acuerdo con ciertos parámetros como signos, síntomas, evolución clínica, entre otros”.

En otras palabras, de un plumazo certifican quién muere por Covid y quién no. Es como al libre albedrío. Así y por ello, de un día para otro se registraron nuevas cifras en casos y defunciones. 28,115.

¡Ah! Y me permito recalcar que el aumento es solo en las cifras, porque los casos se han dado en varios días, pero no se habían clasificado con el nuevo método. No es porque se hayan dado en 24 hrs.

Dicho eso, creo que me libro de una reprimenda del doctor López. Entonces, ¿Por qué el cambio? ¿Por qué cambia otra vez? ¿Para disfrazar la magnitud de la pandemia? ¿Para ocultar el hecho de que no se hacen las pruebas que deberían de hacerse como corresponde? ¿Para engañar a su jefe, el presidente?

No se puede saber, no hay manera. Esto se sabrá con el tiempo. Lo que sí se sabe y lo que sí se comenta es que, si el doctor Hugo López-Gatell estuviera trabajando en una empresa, lo hubieran despedido hace meses por incapaz, falso, mentiroso e inútil. 

Bueno, eso se dice, se rumora y se comenta como El Meollo del Asunto.