Inicio Perspectiva Los verdaderos ganadores de la “Marcha de la generación Z”

Los verdaderos ganadores de la “Marcha de la generación Z”

Carlos Villalobos.- Aunque en este espacio tratamos de evadir la coyuntura, la autodenominada “Marcha de la Generación Z México” ha encendido un foco que, sinceramente, no podemos pasar por alto. Resulta tentador desecharlo como un mal cosplay político; argumentando que “no te preocupes”, “son los mismos de siempre” o “la oposición y sus cuadros (no tan) juveniles” con la inevitable aparición de quienes insisten en vestirse de “centennials” mientras gritan “patria, familia y libertad”, pero eso sería un error de cálculo con consecuencias que van más allá del simple chascarrillo en redes.

El problema de fondo no es la juventud que genuinamente protesta. que siempre la habrá y bienvenida sea mientras sea auténtica, sino el argumento que se está instalando en el imaginario mexicano. Ignorar este movimiento, por más artificial que parezca en su base, podría validar sutilmente la narrativa del descuido absoluto del oficialismo al pueblo, cavando una brecha emocional entre la base social y el gobierno que a todas luces busca la unidad a través de la atención a las causas sociales.

Pero si hay algo que llama poderosamente la atención y que le da a todo este asunto un sabor agridulce, son los absurdos vistos en la marcha. Ojo, no solo hablamos de las consignas huecas o del branding fallido (porque después de un tiempo se vio clarísimo que no entendían de qué va One Piece). Más bien, hablamos de quiebres que, aunque parezcan marginales, tienen el potencial de mutar en discursos de odio que parecían superados en pleno siglo XXI. Es en estos vacíos y en esta efervescencia donde se abren puertas a alineaciones peligrosas y a la creación de sitios en común con afinidades oscuras.

Me refiero, sin rodeos, al arribo, o más bien al amplio escaparate, de movimientos como los neonazis en México. El Bloque Negro ya tiene su propia agenda y una historia de aparecer en estas movilizaciones, pero la aparición de estos otros grupos es un síntoma de algo mucho más grave que la simple marcha fresa.

Marco Prado, en su newsletter Nuestra América – Altopías en Substack, con una crónica que golpea en el centro, narra de manera magistral la sorpresa de estos mismos neonazis ante la aceptación que encontraron en las calles, particularmente después de la pinta antisemita contra la presidenta Claudia Sheinbaum.

El problema, insisto, es de agenda, ya que la derecha (la oposición y compañía) necesita generar tanto ruido y tanta polarización que el costo de oportunidad de que se les cuelen estos grupos reaccionarios parece ser un daño colateral aceptable. Las coberturas mediáticas, claro, se centran en la narrativa que la máquina mediática de la derecha parece imponer. Y en la estridencia, se pierde de vista fenómenos como el aquí descrito y muchos más que todavía no saltan a la luz.

Prado, al recoger una declaración de uno de estos personajes en un Space de X (antes Twitter), captura la esencia del problema:

“Realmente me sorprendió mucho el recibimiento que se dio por parte de las personas normales que estaban en esta situación [la marcha]. Al final de cuentas, y pecando de soberbia, quienes fueron los máximos ganadores de la marcha fuimos nosotros y el movimiento reaccionario en general, y solamente yo lo creí por lo que estábamos haciendo en la marcha, pero nunca creí que ese graffiti llegaría a niveles internacionales(…)”

Una declaración que delata de cuerpo entero la situación. Por una parte, el movimiento opositor, al convocar sin filtros y al abrazar el descontento sin brújula ideológica clara, termina validando por omisión el discurso de los más radicales. No importa si los “cuadros” de la oposición son Fernando Belaunzarán, Emilio Álvarez Icaza o Guadalupe Acosta Naranjo. Sus movilizaciones terminan siendo el caldo de cultivo donde los grupos que más nos deberían preocupar cosechan una aceptación social que nunca creyeron posible.

Esto, a mi parecer, es una tragedia en tres actos: una oposición que convoca a ciegas y sin agendas, una base que protesta con símbolos vacíos y, en las sombras, la sonrisa cínica de los verdaderos reaccionarios que usan el ruido para normalizar el odio.

Sígueme en twitter como @carlosavm_

carlosavme@gmail.com

https://carlosvillalobos.substack.com