Dr. Fernando A. Herrera M.- Nunca una ideología, principios y plataforma de acción, de un partido político, por buena que sea, podría atender a una nación. Y en especial a una como la de nuestro México que es mítico.
Nuestro país siempre admirado, legendario, fantástico y creador de su historia; que es un mosaico plural y complejo que exige soluciones diversas en cada una de sus regiones.
Si el partido en el poder reduce la oposición o aunque solo la minimice, se condenará a la autodestrucción, porque no hay políticos capaces de mimetizarse de acuerdo a las necesidades en una región y otra en cada extremo del país.
Lo que vive y siente una familia de Oaxaca, nada tiene que ver con lo de una de Sonora o de Chihuahua, así sean indígenas, clase baja, media o alta, incluso entre políticos. El interés será opuesto por necesidad.
Si Morena pretende gobernar, siguiendo los pasos del viejo PRI, ni en el mejor periodo de este partido sería posible.
Hoy, las circunstancias son distintas, la sociedad tiene otra conciencia y nada podría repetirse. Puede parecerlo, pero si caen en ese engaño, su derrumbe sería más rápido.
Si el partido en el poder no propicia, ni fortalece a la oposición, ninguno sobrevivirá.
Es cierto que no hay preparación intelectual para el voto, que se vota con el estómago, pero la tripa avisa y avisa, el camino emprendido por Morena. Un partido que ya atraviesa los obstáculos de una hegemonía infame, impotente y dividida que avanza a la autodestrucción.
Es como si la iglesia quisiera existir sin diablo.
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