Benjamín Carrera (Representante Estatal de la SADER).- La asamblea convocada y llevada a cabo por nuestra presidenta este pasado fin de semana, muestra en vivo lo que las estadísticas ya nos adelantaban: la aprobación de la Dra. Sheinbaum alcanza ya el 85%, la cifra más alta de los últimos 30 años. Desde el sexenio de Ernesto Zedillo, la aprobación ciudadana de sus gobiernos se había estancado y reducido al mínimo, hasta que remontó con el presidente López Obrador, quien alcanzó un 83%. Quizá López Obrador ya lo sabía y nos adelantaba que Claudia Sheinbaum sería la mejor presidenta de la historia.
Pero incluso, más allá de las cifras de aprobación, la gran respuesta del pueblo al llamado de la Presidenta, tiene un significado aún mayor: el respaldo de la ciudadanía consolida la soberanía nacional y cierra filas por la defensa de la independencia.
Lo mencionaba ya en alguna entrega anterior: la cabeza fría, la cordura han dado la ventaja para México ante esta amenaza de guerra arancelaria: mientras Canadá y China se han pronunciado de inmediato con medidas que responden las amenazas de Estados Unidos, México ha esperado estratégicamente para defender los intereses del pueblo más que el orgullo de una investidura.
Y es de reconocer el actuar de nuestra mandataria, sobre todo cuando el dirigente político de nuestro vecino del norte, se empecina en mantener su liderazgo con una estrategia por demás cuestionable e incluso agresiva que solo ha llevado al preludio del caos: las potencias europeas y orientales pujantes no se han retractado, e incluso China se ha declarado lista para cualquier tipo de guerra. Trump, por su parte, ha recurrido de manera interna a reprimir a sus detractores, mientras que sus cambiantes declaraciones solo han abonado a la incertidumbre, a la especulación y al caos económico.
Sin embargo, ante lo que pareciera la inminente imposición de un nuevo orden mundial por parte del ahora dirigente de Estados Unidos, nos debe forzar a ver atrás y recordar nuestra historia, nuestro recorrido y las gestas históricas que, si bien en algún momento nos fracturaron e incluso nos dividieron, también nos han llevado a avanzar hacia un país que ahora percibimos como democrático, solidario y en el que los sectores comúnmente relegados, se han fortalecido. Precisamente, a pesar de la oposición de pequeños sectores respecto a la realización de eventos en plazas públicas, recordemos que estos espacios persisten como un importante símbolo de unidad, lucha y participación ciudadana.
Por otra parte, el mecanismo de asambleas informativas acercan más a la verdad y nos alejan de medios fabricados y de pasquines de oposición: este ejercicio ya se había hecho para dar a conocer a la ciudadanía y claro, como un mecanismo de dos vías, para de igual manera, escuchar el sentir del pueblo, respecto a la reforma judicial.
La presidenta, más que inflar el ego, ha puesto sus esfuerzos en dar fortaleza a las y los mexicanos, lo que nos recuerda qué tan lejos estamos de requerir deslucir un traje militar para lograr el respeto, no solo a exterior sino al interior del país. Qué lejos estamos de las frases risionas, del humor sin gracia pero con botas… lejos de los errores que ya se tomaban de forma burlona.
Afortunadamente, de lo que estamos más cerca, es de la mejor presidenta, quien ha optado por el fortalecimiento de México como la mejor opción ante un panorama que sin duda se prevé negativo: los indicadores económicos de Estados Unidos se mueven en negativo, perjudicando sin duda a nivel mundial, aunque recordemos que estos efectos podrán ser mitigados por los países que se consoliden.