Inicio PALIACATE Querido 2024

Querido 2024

Alejandro Cortés González-Báez.- Mi estimado 2024:

He de reconocer que tú, al igual que todos tus familiares, son absolutamente formales y responsables en cuanto a su entrega de 365 días de 24 horas cada uno, exceptuando los años bisiestos; pero en su compromiso concreto de brindarnos un día más, también son muy cumplidores. Los humanos no podemos reclamarles nada.

Como siempre sucede —que los años sean buenos o malos— no depende de ustedes, sino de nosotros. Trataré de explicarme: El tiempo transcurre inexorablemente, lo cual nos ofrece un marco cronológico fijo de forma que podemos realizar nuestras acciones basados en una realidad firme. Pero lo que nosotros hagamos dentro de ustedes, es absolutamente impredecible y nos permite amar u odiar, construir o destruir, hacer acciones buenas o malas, educar o pervertir, fructificar o desaprovechar esos periodos echando a perder las oportunidades en lo que llamamos: “matar el tiempo”.

El ser humano parece que es incapaz de darse cuente de su propio valor y, por lo mismo, desaprovecha su existencia en asuntos inútiles. Cada día aumenta la capacidad de distracciones que terminan por absorbernos como una gigantesca máquina aspiradora y trituradora que consume nuestras vidas haciéndolas inservibles, pues para muchos lo único que importa es la diversión.

Recuerdo que hace ya muchos años le comenté a un sobrino, que tendría quizás 11 años, que el programa de televisión que acostumbraba ver no le hacía ningún bien, sino todo lo contrario, a lo que él me contestó: “Sí, pero es divertido”.

Uno de los temas de mayor importancia es la trascendencia, pues nuestra efímera realidad ha de terminar un día, después del cual no podremos hacer nada… absolutamente nada para remediar nuestros errores y omisiones. Somos seres contingentes, es decir; no necesarios, pero a pesar de ello, tenemos una gigantesca capacidad de hacer cosas valiosas, hermosas y útiles y, sin embrago, hay quienes pasan por este mundo sin hacer nada que valga la pena; como relata aquella famosa novela del escritor mexicano José Rubén Romero, titulada: “La vida inútil de Pito Pérez”, y lo más grave, es que nuestro Creador nos regló la existencia para que al final de nuestro paso por este planeta podamos alcanzar un estado de felicidad completa y perfecta, pero la mayoría de nosotros no tienen ningún interés en ello. Seguimos llenando nuestras vidas de vacío.

En el punto número 1, del libro Camino, San Josemaría Escrivá nos abre un panorama que podría convertir esta triste realidad en algo maravilloso cuando nos dice: “Que tu vida no sea una vida estéril. Sé útil. Deja poso. Ilumina, con la luminaria de tu fe y de tu amor.

Borra, con tu vida de apóstol, la señal viscosa y sucia que dejaron los sembradores impuros del odio. Y enciende todos los caminos de la tierra con el fuego de Cristo que llevas en el corazón”.

Pero para entender esto, es necesario abrirse a una realidad que nos supera en todo; la fe en un Dios infinito y perfecto que se identifica con el Amor. Ojalá muchos lo entiendan.

www.padrealejandro.org