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Punto de quiebre en los partidos políticos

Alejandro Zapata Perogordo.- Sin excepción alguna todos los partidos políticos inician una nueva etapa. Uno de los elementos torales en que se hace descansar la vida democrática del país son estas organizaciones, no es posible prescindir de ellas, pues nuestro sistema tiene como soporte constitucional esa base.

Sin embargo, es bien sabido que los institutos políticos, sobre todo los de oposición, -pues Morena y sus aliados tienen más semejanza con un movimiento social y ahora convertido en un apéndice del gobierno con miras a transformarse en un Partido de Estado- han caído en desgracia, sin credibilidad y desprestigiados.

El otrora e invencible PRI, prácticamente está en agonía; buena parte de sus liderazgos abandonaron el barco buscando refugio en el partido oficial, donde encontraron eco y espacio. Los resultados obtenidos en la pasada contienda son un reflejo de que transita por una decadencia difícil de superar.

Por otra parte, el de la Revolución Democrática que enarbolara la izquierda mexicana, no tuvo la capacidad de mantener siquiera el registro, se fue achicando paulatinamente hasta tocar suelo, desde tiempo atrás les habían arrebatado la bandera que utilizaban como causa de su lucha y quedaron al desamparo. Su reto, a partir de cero, es construir un nuevo partido.

En lo relativo a Acción Nacional, tampoco le fue bien, quizás por los números obtenidos es el menos perjudicado; no obstante, sale herido de gravedad con rumbo a una terapia intensiva.

Ya habíamos comentado la necesidad de que entraran a un proceso de reflexión, especialmente de autocrítica sin caer en la autoflagelación y menos en la complacencia, ser objetivos y poner los pies sobre la tierra. Esa es una tarea indispensable para recuperar la confianza perdida.

Sobre todo, porque se avecinan temporales agitados, tiempos difíciles que deberán sortearse con inteligencia y estrategia, lo que obliga a una recomposición, rehabilitación y replanteamiento de las fuerzas políticas de oposición, comenzando por dejar de lado y apartarse de la soberbia, la opacidad y acuerdos cupulares.

Independientemente de los diagnósticos internos necesarios que lleven a cabo los partidos políticos, la administración sigue de frente sin dar tregua, nos enfrentamos ante una embestida brutal para mermar y apoderarse de los pocos contrapesos que aún siguen vivos, como es el Poder Judicial. Resulta indispensable reaccionar a partir de la idea de construir equilibrios, antes que el destino nos alcance.

Una parte que es importante reconocer consiste en el surgimiento de una fuerza social organizada y participativa que no está conforme con los partidos ni con la cuarta transformación, la que salió a las calles y llenó las plazas, acudió a las urnas y cumplió con su deber cívico. Aun cuando no le alcanzó para contrarrestar una elección de Estado, sigue siendo un factor esencial de concientización democrática.

En esa medida, donde seguimos con una administración de imposiciones, no es factible invocar como medida el resistir y aguantar, las circunstancias obligan a unir esfuerzos y luchar, que los partidos entiendan que su principal aliado es la sociedad y su función es abrirse, escuchar y actuar, con congruencia, honestidad, humildad y transparencia.