Raúl Ruiz.- Hoy, más que nunca, las elecciones serán un festín de excrecencias políticas.
Qué más quisiera uno, si los aspirantes a gobernar o a legislar, pudieran interesarse en un proyecto de beneficio común, en la creación de políticas públicas que resuelvan las interminables deficiencias sociales. Sin embargo, estarán invadidos de cólera recíproca.
Usted que me lee, pensará que los aspirantes a legislar o gobernar estarán pensando en respuestas para generar tranquilidad a nuestra sociedad; o riqueza para solventar los estragos económicos que nos deja la pandemia, o certeza para conservar la salud; pensamos que estos políticos pueden ser capaces de preocuparse por descubrir las dolencias que producen los tumores incrustados en las fibras del micro poder.
¿Saben un poco del trato que necesitan los entes de la micropolitica? Entendiéndose por tal, la atención a los pequeños organismos de la sociedad, tratamiento de las fuerzas fácticas y otros grupos de poder. ¿Conocen el pensamiento de Sartori, Gramsci o Foucault?
Foucault ubica la presencia del poder en todas partes: en la escuela, en la relación entre maestros y alumnos; en el hogar, entre los padres y los hijos; en el trabajo, entre los jefes y los empleados; en la política, entre gobernantes y gobernados.
Este funcionamiento del poder implica, dice el pensador francés, dispositivos de control y represión de quienes se rebelan contra él, pero fundamentalmente, implica mecanismos de producción de verdad, conocimiento y autoridad. A este concepto le llama el micropoder.
Si los aspirantes a cargos públicos ignoran estos conceptos, ¿Tienen al menos expertos a su lado que los estudien por ellos y los aconsejen para producir política? Pocos.
En esta arena electoral las armas para combatir no serán el pensamiento y la entrega hacia la población a la que supuestamente se deberán. Será con piedras, palos y proyectiles de mierda que hablan mucho de su formación política.
En Chihuahua, la cloaca que se abrió con la detención de César Duarte en Miami, comienza a expeler sus fétidos aromas. El mandatario Corral tiene ya sus pertrechos de guerra: Los Expedientes X, que son poco más o menos como las famosas “cajas de Andrés Manuel”, aquellas que mostró ante las cámaras de televisión, en las que supuestamente se encontraban las pruebas de su triunfo electoral.
En Chihuahua, a estos expedientes secretos, se les conoce ya como “el petate del muerto” porque no asustan a nadie. Al menos a Cruz Pérez Cuéllar, no. Y a Maru Campos, tampoco, que son los dos principales blancos que tiene Javier Corral para “desintegrar” las aspiraciones de los contendientes que pudieran echarle mosca a su delfín, Gustavo Madero.
La alcaldesa de Chihuahua fue exhibida recientemente en un programa radiofónico de Ciudad Cuauhtémoc. Al conductor le filtraron unos papeles donde aparentemente la Maru tiene firmados titipuchal de recibos por cantidades que van desde los doscientos cincuenta mil pesos hasta los setecientos cincuenta mil, cuyo monto supera los siete millones de pesos.
Ella, con buen sentido del humor, toma la arremetida pública y declara: primero que nada, que desconoce esa firma, luego, que se trata de documentos presentados ante la Fiscalía desde cuatro años atrás, pero que por la debilidad de los mismos como prueba, nunca le pudieron fincar responsabilidad ninguna. Que hoy sirven de marro para quebrarle los dedos y embadurnarle la imagen con pestilente pasojo de burro.
Los corralistas se ufanan y dicen: primer objetivo cumplido… Duarte. Segundo objetivo… Maru.
Mientras tanto, en los corredores de Morena, formados antes de ingresar al túnel de las conflagraciones internas, se disponen entrar al cuadrilátero JC Loera, que luego del trago amargo con los supuestos campesinos protectores del agua, no deja día sin presencia pública. Rafa Espino, con una campaña en redes, a falta de taloneo, videos contra.
Y en la reserva, con la intención permanente de llegar a ser, el doctor Alejandro Díaz, arando el campo chihuahuense con su presencia médica. Poquito más atrás, la nueva jugadora, Carmen Almeida, a quien la quieren reblandecer con una tarabilla sistemática. ¡Eres hermana de un colaborador de Duarte, criminal de cuello blanco! Como dije, solamente proyectiles sucios.
Y para cerrar el cuadro. ¡Teto! Con un buldócer lleno de rencores contra los que le tupieron en tiempos de Duarte. En el tricolor, ¡Hay tiro, hay tiro!
Más palomitas por favor. Y una chela pa’ la calor.