Dr. Fernando Antonio Herrera Martínez.- La Revolución de 1910, en solo seis meses derrocó a Porfirio Díaz, quien había sometido a los mexicanos a una dictadura de 31 años. En 1911, el maderismo consigue su renuncia. Díaz, a los 80 años, no quería derramar sangre del pueblo; quizá, cansado o la edad eran un peso muy difícil para una guerra.
Decide dejar el poder y exiliarse en Francia. De la capital a Veracruz y de ahí en el barco alemán “Ypiranga” a Europa. Veintiún cañonazos, el Himno Nacional y una valla de honor para despedirlo. Jamás volvería a suelo mexicano, ni sus restos. Díaz murió en París el 2 de julio de 1915.
México echó al dictador. Francisco I. Madero asumió la presidencia, pero desarmó a sus aliados revolucionarios y habilitó al ejército de Díaz para continuar en su gobierno. Victoriano Huerta, Félix Díaz y Bernardo Reyes organizan la llamada Decena Trágica, en la que arrestan, encarcelan y asesinan a Madero y su vicepresidente.
Victoriano Huerta usurpa el gobierno, pero Carranza se levanta en armas, seguido de Obregón, Calles, Adolfo De la Huerta, Villa y Zapata. En año y medio derrotan al usurpador Huerta, pero, en México no falla, surge la discordia: Villa y Zapata vs Carranza y Obregón.
Los caudillos Villa y Zapata nombran, en la convención de Aguascalientes, como presidente a Eulalio Gutiérrez, pero Carranza no lo acepta y van a la guerra civil. Triunfa Carranza y asume la Presidencia interina.
Luego vendría la Constitución de 1917 y Carranza sería elegido presidente. Luego pretende, como todos, reelegirse, pero Obregón lo traiciona, Adolfo De la Huerta asuma de interino, luego este también quiere seguir en el poder, pero Obregón lo manda a asesinar.
En las elecciones, gana Obregón, ejerce cuatro años, luego pone a Plutarco Elías Calles, esperando regresar en 1928, al estilo de Díaz con su compadre, el manco González, pero Calles lo traiciona y muere asesinado.
El maximato de Calles dura ocho años, en un sexenio pone y quita tres presidentes, pero al pretender que Lázaro Cárdenas siga su liderazgo, este lo exilia y crea el sistema presidencial. Tiempos para México de demagogia, represión, matanzas y corrupción.
Hay crecimiento, hay desarrollo, pero nada cambia en el régimen, la opresión a los indígenas y a los humildes. Ya no son esclavos, pero son material electoral, usado a provecho de políticos. La corrupción colapsa y México elige otra opción.
Ahora, en pleno siglo XXI, México vive sus peores tiempos. Un redentor que pretende ser el mesías del pueblo, pero con su gobierno amenaza peor que nunca a nuestro país. Después de doscientos años, sigue sin encontrar destino. La sociedad no despierta, nadie hizo nada por ayudar a construirla.