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Un pastel de corcholatas

Dr. Arturo Castro.- Durante este periodo gubernamental mexicano, en el que se ha degradado la política como ciencia o como arte, se ha denostado al contrario a más no poder, se ha culpado al pasado por no poder realizar un trabajo productivo hoy y, lo peor, se ha perdido aquella identidad política basada en la ideología para garantizar una vocación de servicio por parte de los protagonistas.

La política tiene de todo, se estudia en la escuela y se aprende en la calle, sirve para construir, pero también destruye, es una cosa nostra única que a todos les gustó y a la vez se aborrece.

Entre tanto destanteo presidencial, se acotó el término corcholata a los aspirantes a gobernar este gran país, se terminó aquello del tapado que salía ungido meses antes de la votación.

Las corcholatas incluyen a los corcholatos en base al respeto de género, las feministas de ello no hablan porque el nombre las desvive y como el machismo es otra cosa ya que no se dedica a defender el género masculino, dicen que es innecesario ante el empoderamiento histórico.

Son seis corcholatas morenistas buscando la candidatura presidencial, tres que parecen de marca y tres que pertenecen al montón, juntos hacen historia para entronar solo a una en septiembre próximo.

Pero todos serán uno cuando una corcholata sea destapada con base en las encuestas que realiza el partido Morena y que a la fecha nadie conoce los tiempos ni procedimientos.

Encuestas que se aceptan porque se da el resultado en una mesa de amigos y enemigos con un gran pastel para repartir, alguien gana y los demás también porque los puestos son muchos y de buen nivel para seguir en la brega.

El pastel incluye la presidencia nacional, los liderazgos de ambas cámaras, el gobierno de la Ciudad de México, todo un gabinete federal y hasta embajadas en países Premium.

Todos ganan, de ahí el resultado de renuncias masivas que ordenó la presidencia para distracción de un pueblo futbolero y ahora politiquero por demás.

Los mexicanos estarán pendientes de todo lo que suceda en esta lucha fraterna preelectoral, se llenará el país de bardas promocionando ideas y personas, bardas que estaban en desuso y retomó esto que llaman cuarta transformación, que vive del pasado renegando de él.

Es el circo de siempre que tanto criticaron al partido de la revolución, es un gasto enorme para entretener al más distraído, engañando al pueblo como el aspirante Adán Augusto que rechaza el apoyo económico de su partido para su propia precampaña.

El ex secretario gastará lo que se tiene que gastar, si viene de Tabasco o del edificio ubicado frente al Zócalo capitalino, es lo de menos, viva la democracia dirigida, que es la misma de antes, hoy pertenece al después.

Todo va a estar bien, dice Marcelo Ebrard, haciendo alusión a la canción de Juan Gabriel “Todo está bien”. Se ve contento, lo está, parece el mejor desde que inició la administración, se espera que le vaya bien.

De Claudia, la corcholata, mayor se dice que es la consentida de Palacio, su mayor brillo es ser mujer por estas cuestiones de equidad de género, de eso a ganar con un gobierno capitalino dividido, sin resultados explícitos, parecen atraer un difícil futuro que pueda ser reconocidos por los propios, menos por los extraños.

De los otros tres se aprecia que el papel y la tinta son caros para ocuparse en ellos, son corcholatas que en oferta de liquidación pudiera tener algún fan convertido en voto sin llegar a popular, mucho menos a celestial.

Solo habrá un ganador que repartirá el pastel a los demás, prenderá las velas sin soplar para que iluminen lo que quieren que pase el próximo 2024 y entonces sí ofrecer las rebanadas a cada quien.

La política parece haber extraviado los principios éticos que la mueven, que llegue cualquiera de la élite o del común, es lo de menos, lo que debe privar es el comportamiento sin faltas, como aquello de asistir a una boda en shorts.

Los principios son todo, decía Benito Juárez. Se deben respetar entonces los cánones de comportamiento y disciplina política para no faltar el respeto, dicen los panistas, a la inteligencia de la sociedad.

Las razones se entienden para poder elegir al que sea, de la élite o del montón, sucede en otros países. La sociedad llamada pueblo tiene la palabra, ser o no ser decía el Príncipe Hamlet en aquel texto de Shakespeare.

De los demás políticos que ejercen el servicio desde sus partidos en política, casi poco se habla, porque los mismos no lo hacen por caución o precaución.