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Efecto y combatividad democrática

Dr. Arturo Castro.- En los artículos se cuentan historias verídicas y en ocasiones plenas de una falsedad que nadie cree, lo que intento hacer semana tras semana es ofrecer una opinión objetiva, aunque alguien crea que es subjetiva, es la visión que viene del conocimiento escolar y la experiencia de campo, de ahí que hoy hablaremos sobre democracia y sociedad.

Hojear la discusión sobre el comportamiento electoral de la semana pasada en el Estado de México y Coahuila, que brindo triunfos partidistas a dos entidades opositoras. Realmente anunciados desde hace muchos meses para quienes analizan esas cosas de la política, en contrario para quienes creen que saben y desconocen, fue un tiempo de democracia libre, casi perfecta.

En el Estado de México, la elección se dio en un marco de gobernabilidad ausente, se entregaba la plaza por acuerdo presidente-gobernador, ganaría Morena con quien fuese, en este caso una maestra rural participaría por segunda ocasión y en la euforia electoral la sociedad le otorgo un inobjetable triunfo.

Triunfo que dejo al Partido Revolucionario Institucional listo para caminar con muletas y con pasaporte al retiro como efecto de la baja votación  adquirida, que sin confusión merece un redimensionamiento que va de la dirigencia a la mínima estructura, respetando la declaración de principios que lo dice y es todo.

Un partido transformador que fue transformado por el enemigo por enésima vez en el país sin entender que lo que paso es por lo que pasa al negociar la entrega del poder. La militancia priista observa entre el llanto y el enojo la realidad existente.

El crédito de la derrota corresponde al Gobernador del Mazo Maza, quien doblo las manos en alusión a un respeto integro de no participar como lo marca la ley, sin reclamar a quien desde Palacio Nacional vitoreaba todos los días a su candidata profesora.

En Coahuila sucedió lo contrario como parte de la negociación, el candidato priista se fue solo en grupo con los partidos aliancistas y una división programada de los morenistas con sus precandidatos participando como candidatos en partidos diferentes, más burda la entrega de la plaza a la continuidad tricolor no pudo ser mayormente eficiente.

El efecto y la combatividad electoral correspondieron a una sociedad que desconoce las negociaciones del cuarto de guerra, creyó y participo como un ejercicio de plena democracia participativa cuando era dirigida.

A la sociedad nada le sucede, no tiene de que preocuparse pero a los partidos políticos participantes les queda el honor y la herida como testimonio y herencia al futuro cercano, ambos ganadores PRI y Morena son los mismos, su cuna viene de la Revolución Mexicana aparentando diferencias que el llamado pueblo acepta sin discusión.

La historia se cuenta por quien sea, los protagonistas brindaron con champagne en la victoria y la derrota porque dicen que obtuvieron una votación con resultados similares. Es un triunfo para todos que resulta trivial ante la sociedad por el engaño de las elites de poder que se repartieron el hueso en esta elección.

Viene el proceso electoral del 2024, se juega el poder federal en toda su extensión, las corcholatas están contentas por su destape anticipado, a todos les va a ir bien porque es un juego de fichas llamado democracia interna mientras la oposición gubernamental no tiene clara su postura, mucho menos aspirantes visibles.

En la oposición quien saca la cabeza es revisado su expediente judicial, con pena o sin ella todos se curan en salud, la política enfrenta siempre un problema ético de honestidad debido a la entrega de voluntades en eso que llaman corrupción.

Elogiar al pueblo viviendo en un Palacio Nacional, promoviendo leyes para beneficiar intereses creados desde el Poder Legislativo, cobrar sin trabajar y hacer contratos sin producto es cosa de siempre, la ley cubre y exenta de penalidades a los de corbata de seda, cayendo sobre los delitos comunes que abarrotan los penales.

La combatividad socio-electoral prendera rápidamente hacia la próxima elección, habrá infinitos pasajes para transitar entre la realidad y la imaginación llegando al juicio final que resultara en un nuevo gobierno que será parte del viejo para continuar con una transformación que cambia todo para permanecer igual.

La larga historia de nuestro país enmarca el caudillismo como elemental en la manipulación social, esto va de los caballos a las tribunas manejando el interés humano del desarrollo describiendo las bondades para el aplauso y escondiendo los defectos a manera de escape social.

El efecto y la combatividad social democrática nos invitan a promover el análisis de lo que existe, sin pasión ni fanatismo que desenmascare la propia mascara que se porta. En nuestra democracia la lógica se invierte porque se gana perdiendo y se pierde ganando.