Dr. Fernando Antonio Herrera Martínez.- Yasmín Esquivel fue acusada de plagio en un artículo de Guillermo Sheridan, de ahí en adelante el mundo se le vino encima. Todo parecía muy claro. En dos meses se le dijo de todo, incluso se le exigió dejar la Suprema Corte apelando a su ética personal.
La pregunta es: ¿alguien la escuchó, alguien la citó? No. El abogado que ahora la representa obtuvo la suspensión provisional vía amparo contra las opiniones y pronunciamientos en cuanto a si su tesis es plagiada o no; incluso, algunos reímos cuando dijo: yo la presenté primero y la tutora la compartió, también cometió errores como el del notario; acorralada, supongo.
Lo cierto es que fue juzgada por la opinión pública por lo contundente de las fechas, pero nunca fue oída, incluso, cuando la cita el comité de ética, le entregan el expediente esa tarde, no antes de comparecer.
La jueza que concede la suspensión dice: prohibido hablar de ese tema hasta que sea encontrada la verdad. ¿Cuál es el problema? Que todos dimos por hecho que ella es plagiaria y es un estorbo para la Corte.
¿Y si no? ¿Si dice la verdad y entregó sus primeros ensayos de tesis antes y la tutora los compartió? ¿Será que juzgamos antes y damos por hecho lo que nos dicen? ¿Qué tal si demuestra que no fue ella? ¿O nos cae mal porque está del lado del presidente? La defensa que hace es la que haría cualquiera y el amparo calla bocas hasta que se dilucide el tema. A esperar, aunque no sepamos.