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Voluntad propia e impulso político

Dr. Arturo Castro.- Las actitudes de los individuos se propician por muchas razones, las afecciones por la política dejan muchos sabores y sinsabores por las intenciones que se despliegan entre la teoría y la práctica que la vida en sociedad registra como experiencia.

Tener voluntad es de gran significado en las acciones de los individuos ya que representa el deseo de conseguir los mejores derroteros, al igual que las metas planteadas en las ideas originales que dan lugar a un bien planteado desarrollo.

La voluntad tiene una clara mística que los individuos muestran en la búsqueda de sus fines, como lo es en el entorno político; la libertad de elegir a sus gobernantes es uno de sus principales derechos que defiende a capa y espada como producto de la democratización de la sociedad.

La democracia es el poder del pueblo y se ha practicado cotidianamente en los países libres, se regula la participación a través de organizaciones y partidos políticos que impulsan candidatos buscando ganar cualquier elección.

Como todo, la democracia es perfectible según la situación, esto es que la regulación y el control sean ajenos a intereses creados por grupos de interés o influencias externas que permitan la manipulación como orientación para producir un ganador ilegítimo.

La voluntad propia es aquella en la que el individuo expresa su opinión y sentimientos a través de decisiones reflejadas en el voto electoral que le encaminen hacia la tranquilidad y desarrollo, tanto en su vida personal como social.

El problema es cuando se presentan los impulsos políticos producto de un control oficial, del libertinaje de pensamiento o del engaño cuando le prometen algo que nunca sucede, esto lo lleva a votar sin conciencia y entonces llegan los gobiernos corruptos o ineficaces.

Los ejemplos abundan a través de la historia de nuestra democracia, quienes gobiernan se han convertido en gente del común, difícilmente se puede recordar en las últimas décadas a alguien que pasara del presente al futuro por su legado en la aplicación de políticas públicas con un matiz agregado.

Tal vez Lázaro Cárdenas hace 83 años sea nuestro último político reconocido a favor, ya que Carlos Salinas lo hizo bien, pero la historia lo juzga negativamente. El gobierno actual ha dividido a la sociedad como si fueran tirios y troyanos, mejor dicho fifís y chairos.

Así han pasado desapercibidos los anteriores gobiernos cuya crítica popular no los ha favorecido, esto es que también la parte oficial debe tener voluntad para el ejercicio de sus funciones y que el impulso debe gestionarse a la hechura de una mejor gobernanza.

La voluntad propia implica responsabilidad en lo que se busca que genere tranquilidad y evite el impulso político en el pensar y actuar que genere descontento y antipatía por la cosa pública y el deterioro de la imagen de los políticos como tales.

La política es un arte y como tal debiera ser tratada por la sociedad.

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