Dr. Fernando A. Herrera M.- “Crónica de una muerte anunciada”, fue escrita por el aclamado autor colombiano Gabriel García Márquez. Hoy se cumple un mes del crimen de Carlos Manzo, alcalde de Uruapan, y esta podría ser la crónica de ese crimen anunciado por el propio Manzo, que con toda claridad se lo dijo a la presidente de México:
-Ayúdeme o me van a matar.
Cualquiera pudiera resumir los llamados del exalcalde de Uruapan con esas palabras, que si no las pronunció literal, sí es un breviario de sus inútiles llamados a las autoridades de su estado de Michoacán y de la federación, particularmente a la presidente Claudia Sheinbaum, quien decidió no escuchar y esperar a que el tiempo emitiera un dictamen.
El tiempo fue justo y pasó lo que tenía que pasar, ante el abandono de las autoridades. Carlos Manzo fue asesinado cobardemente en medio de un evento público con su gente del municipio de Uruapan y por un pelo con su pequeño hijo en brazos, LM.
Crisis que se ha despertado con este crimen que pudo ser evitado, lleva un mes, y en ese tiempo nadie ha perdido tanto como la familia de ese hombre valiente, pero en las pérdidas no está solo, también la presidente perdió. Perdió estima, popularidad y perdió confianza de la gente de Michoacán y de cualquier parte del país donde haya gente bien nacida que califique ese abandono como criminal.
Y no se puede decir de otro modo: fue criminal la manera en que lo dejaron solo y a merced de los criminales.
Era necesario
La popularidad de la presidente se derrumbó a partir del artero asesinato de Carlos Manzo, y como en política no hay coincidencias, la salida del Peje al escenario público, deja claro que él es el que manda y el que responde.
Yo digo que, sí debería salir, a recorrer el país, pero no a presentar el libro, sino a explicar cómo diablos han hecho tanto dinero sus hijos, cuando ninguno ha trabajado jamás.
Su cinismo prístino es porque así ve a México; nos ve como su pejelandia. Él tiene un mundo que inventó para sus hijos y en ese cinismo primitivo, de verdad se cree propietario del México que les está heredando, con Andy como cabeza de playa y una pléyade de pillos del priismo antiguo que se han prestado a seguirle su juego, con cargo al país, por la vía de la más infame corrupción que se haya vivido en la historia.
Ese México que describe solo existe en su perversa y retorcida mente, pero –como otros– en otro tiempo, tiene seguidores ciegos que algún día renegarán de todo.
Ayer sacó la cabeza. Ayer el Peje asomó entre las aguas sucias porque era necesario atender un control de daños. Hoy todos hablan de él. Sólo de él, y lo goza… Y no va más lejos porque su arrogancia lo impide.
Las remesas de Colombia
La incapacidad de la presidente para debatir los temas espontáneos que le plantean en la mañanera, es de pena ajena.
Hoy, por ejemplo, uno de los reporteros que reclamó tener dos meses sin preguntar, le planteó el tema de mexicanos que viven en Colombia, Ecuador y Canadá que envían remesas que promedian decenas de miles de pesos mensuales per cápita.
La presidente sólo puso cara de no te entiendo, no lo sé, ¡me sorprendiste!
Y al final se salió del tema con el argumento de que, si hay algo que investigar al respecto, pues que se haga, pero que las remesas son el trabajo de millones de compatriotas que viven allá.
Y sí. Sí llama la atención que cada mexicano que vive en Ecuador envíe más de doscientos mil pesos mensuales a México o que los que viven en Colombia cada uno envíe sesenta mil pesos mensuales a sus familias.
Uno se pregunta: ¿En qué trabajan para irnos?
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