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Un gobierno de trabajo y no de quejas

Dr. Arturo Castro.- La importancia del gobierno es esencial para una buena vida en sociedad, la Presidencia es una institución clave en el sistema político mexicano, por esa oficina han pasado muchos hombres en muchos sexenios, los ha habido generales, políticos, tecnócratas y empresarios.

El sistema domina a través de los poderes de la Unión, en ocasiones se asocia con la Iglesia y con los empresarios, hoy se dice que tiene una alianza con el pueblo, si alguien opina diferente será porque es parte de ese sistema irrompible cuando se quiere hacerlo en forma pacífica.

Se habla de una Cuarta Transformación, las tres anteriores fueron violentas, cambiaron el sistema en su momento: la Independencia, la Reforma y la Revolución se hicieron entre persecuciones y balas, los actores políticos de la época además de críticas recibían bombazos; es la historia de México la que la cuenta.

La Presidencia de hoy se basa en la palabra a manera de oratoria, se cuenta lo que conviene contar, de hecho siempre ha sido así, solo que sin presunción, se hace un desdén a la vida propia de un presidente en un país con calles peligrosas.

Aviones comerciales por un lado, camionetas suburban de lujo por el otro, el presidente López Obrador no quiere un palacio en el aire, refiriéndose al avión presidencial que ni rifa ni vende, pero lo tiene en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

Urge que este gobierno se ponga a trabajar, urge porque aquello que se hizo en el pasado, sirva de base para mejorar la administración pública que recibió, se debe evitar gritar la corrupción anterior sin llevar a juicio aquello que se acusa, la verdad verdadera no se ve por ningún lado.

Como evitar solo gritar, para hacer llorar a un pueblo de emoción, que solo busca vivir la vida con las características de siempre, se debe evitar la soberbia para hacer políticas públicas de desarrollo integral y si no se puede sería bueno quitarse de ennmedio. Un gobierno de quejas, sin dar explicaciones claras es innecesario aunque sí utilitario para quién sabe qué.

La Presidencia debe representar un gobierno de trabajo, sin contradicciones políticas que inmovilicen a la burocracia, las mayorías silenciosas lo están observando y los resultados electorales del 2018 se pueden repetir en el 2024 apareciendo el voto de castigo una vez más.

La oposición al sistema siempre ha existido, lo sabe el presidente, por ello lo minimiza y convierte a la disidencia en un grupo marginal, no les hace caso, se ríe de las protestas tal y como piensa se rieron de él. Los tiempos parecen ser otros, pero como siempre aparecen las diferencias por la forma de gobernar.

La Presidencia es una institución de mucho poder, lo ha ejercido sin decirlo en voz alta, existen viejas y nuevas verdades, datos ajenos y propios, obras canceladas con pérdidas millonarias y obras en proceso igual pero con ganancias millonarias, los proveedores son otros amigos que fueron llamados.

La presunción existe porque los ejemplos son cotidianos, la experiencia es que administrar lo ajeno facilita el gasto sin medir los resultados, se busca un cambio como aquel de Chihuahua con gobierno panista, cambio que nunca llegó más allá de la propuesta.

No hace falta abundar en ejemplos para descubrir que es solo un slogan de campaña que convence a las masas desde un inframundo político, el populismo permite acceder a una sociedad herida por el desarrollo en el que solamente unos cuantos disfrutan la riqueza.

No cualquier mexicano posee lo indispensable para una vida ordinaria, se vuelve su vida cada vez más precaria como resultado de una cultura débil al trabajo, al estudio y al deseo de superación personal; la verdad no peca pero incomoda, es una triste realidad que se busca transformar en realidad.

Urge un gobierno de trabajo, que ofrezca soluciones de fondo a la sociedad en general y a los individuos en lo particular que no dejan de adorar a quien ocupa la silla presidencial. Hoy existe un nuevo pensamiento político que pone en juego nuevas persuasiones sociales para evitar las ansiedades de sentirse solos ante los problemas emergentes.

Un gobierno de trabajo y no de quejas que brinde una imagen diferente con una oferta de valores que permitan una mejor competencia e igualdad de oportunidades para una vida generosa por demás.

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