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Planes de paz a destiempo

Daniel Valles.- La presidente Sheinbaum no es diferente a sus pares anteriores. Reacciona ante las situaciones que exhiben la gravedad de los males que nos aquejan, en lugar de prevenirlas. Me refiero al anuncio de su pomposamente llamado “Plan Michoacán por la Paz y la Justicia”. ¿En serio, no se les ocurrió algo mejor que los distinguiera de las acciones de Calderón, Peña Nieto y López Obrador?

Ahora, Sheinbaum insiste en que no se libra una “guerra” como la del expresidente Calderón, porque no conduce a nada. Ergo, si no hay guerra, ¿para qué un plan “para la paz”? Mercadológica y políticamente cometen el mismo error que sus antecesores. Usar un nombre que comunica algo diferente al discurso que emiten. Entonces, este plan no es distinto. Ni la presidente tampoco. Salvo que ella es mujer.

La historia se repite con puntualidad trágica. Felipe Calderón lanzó en 2006 su “Operativo Conjunto Michoacán”, la primera ofensiva militar contra el crimen organizado, con el ejército en las calles y el discurso de “recuperar el territorio”.

Enrique Peña Nieto, años después, rebautizó el intento bajo el “Plan Michoacán” en 2014, prometiendo desarrollo social y coordinación institucional, pero terminó siendo un parche más al tejido roto de la seguridad nacional.

Andrés Manuel López Obrador, con su lema de “abrazos, no balazos”, presentó el “Plan Nacional de Paz y Seguridad 2018-2024”, que en teoría buscaba atender las causas sociales del crimen, pero en la práctica multiplicó los abrazos… y los homicidios.

Y ahora, Sheinbaum, que llega con su propio plan para la paz en un estado que arde desde hace años, con municipios sitiados por el crimen, autoridades rebasadas y una sociedad agotada de promesas.

Si algo une a estos cuatro presidentes, es la costumbre de actuar después del desastre, no antes. La planeación que hoy presume Sheinbaum debió haberse trazado cuando Carlos Manzo Rodríguez, presidente municipal de Uruapan, clamaba por ayuda. Pero el gobierno lo dejó solo. Y cuando fue asesinado, el silencio oficial sonó más fuerte que las balas.

Por eso este nuevo plan no entusiasma. Llega tarde y, lo peor, llega hueco. Suena más a manual de contención mediática que a estrategia real. Tres ejes, muchas mesas, demasiados diagnósticos. Los mismos nombres en distinto sexenio. La burocracia del consuelo.

Michoacán no necesita más mesas ni campañas de “cultura de paz”. Necesita justicia. Necesita autoridad que se ejerza, no que se anuncie. El país entero lo necesita. Pero mientras sigamos viendo estos planes que aparecen después del llanto, seguiremos igual: con gobiernos que reaccionan y ciudadanos que entierran.

Este plan, más que buscar lo que dice busca, esconde la intención de tratar de calmar a la opinión pública y a miles de ciudadanos que ya no sienten lo duro, sino lo tupido con este par de administraciones de un régimen que, al parecer, hace todo… pero logra muy poco. Y ese es, El Meollo del Asunto.

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