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Palabras para nadie en particular

Arturo Castro.- La palabra tiene poder, reza un viejo dicho popular, sirve para comunicarse, para entender y para dominar; la oratoria es el arte del convencimiento y no necesariamente quien habla en cualquier ámbito público o privado tiene esa cualidad, la palabra entonces se convierte en un espacio vacío de relación personal y colectiva.

La política la requiere intensamente, es una necesidad sustancial que refleja adhesiones por demás, para sentar las bases de liderazgo en el caudal de seguidores que se construye para un proyecto  personal o partidista, la palabra constituye la principal herramienta de comunicación política.

Escribí estas notas sin elegir convencer a nadie sobre las bases en que se encuentra la gobernabilidad actualmente, no es una cobardía dedicarlas a todos y a nadie, solamente es un juicio viendo la esencia de cómo están las cosas en el mundo y en donde la autoridad estima un desarrollo plausible y la sociedad observa el freno de su propio bienestar.

El problema gobierno-sociedad radica en que la comunicación lucha entre la imitación, la crítica y la mentira, las palabras de aliento a la sociedad sobre cualquier tema encajan en lo anterior, por ello otro viejo dicho mexicano dice que en boca callada no entran moscas.

La palabra discursiva de los sectores de dominación tiene un impacto social que sistemáticamente dura poco, la población razona sin pretender hacerlo y se da cuenta de la farsa que no cambia su sistema de vida en forma sustantiva, se da cuenta que solamente es un sujeto y un objeto utilizado sin saber para qué.

La política tiene en los rostros sociales su valor, ya sea entendiendo el mensaje o convertido en una masa popular que alcanza a pronunciar un sí señor o un no señor, aquel diálogo se convierte en monólogo y se le instruye a las personas a que no pregunten quién murió, que solo sigan la carroza.

La palabra afila el arma para que el político consiga sus metas a corto y mediano plazo, tal vez le cuesta hacer alguna gestión social, comida o apoyo para medicinas que se le solicita por parte de un seguidor, el asunto es identificar el cómo se accede a la dominación social y cómo se construyen liderazgos que llegan a ser mesiánicos.

Se les sigue sin saber porqué, es la dinámica del uso del poder que sensibiliza a la sociedad continuamente de que estará mejor, a veces se alcanza a ver la claridad de algunos personajes que parecen hablar con la verdad frente a la inocencia de pueblo, la falta de razón individual aleja la sospecha del engaño que se está fraguando.

Por otro lado, la política provee de políticos y líderes que eligieron la verdad y la acción como sus armas, aquellos que no reproducen problemas para causar un miedo social, así que no todo es tragedia, como se pudiera suponer, son los menos, pero existen y su principal función es promover el desarrollo popular en todos los sentidos.

La idea es causar la reflexión de quienes están en un lado y en el otro, quienes cumplen y quienes promueven problemas creados para después resolverlos, quienes resuelven y quienes operan desde la mentira, la contradicción está en los mismos personajes, los de adentro y los de afuera.

La palabra no sustituye ninguna acción tendiente a convencer a una sociedad incrédula ante la falta de resultados, de decisiones maquiavélicas en pos de una verdad desconocida, el político auténtico es el que siente al pueblo para servirlo, decía Carlos Jonguitud Barrios exgobernador de San Luis Potosí.

La realidad política de nuestro tiempo no tiene nada de inédita, parece planeada en base a la desgracia y al engaño de que las cosas están mal y se sugiere estarán mejor, la realidad esconde el verdadero rostro del político ante el cual la sociedad no es capaz de desenmascarar.

La idea es no dar nombres, escribir estas palabras para nadie en particular, al que le quede el saco que se lo ponga, el suyo o el ajeno, construir un pensamiento crítico propositivo nos ayudará a encontrarnos con nosotros mismos.

Lucas Alamán decía que gobernar al acaso, según las circunstancias, no es lo que hace llegar la felicidad a la nación, siendo al mismo tiempo incierto y poco seguro para el gobierno mismo, que no puede contar con un apoyo firme, ni hacerse de un partido en que pueda poner su confianza.

Imitar culturas políticas ajenas no es auténtico y siempre tendrá una conciencia histórica cerrando los ojos a la realidad actual.

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