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No hay felicidad completa

Cuauhtémoc Monreal Rocha.- Después de una cena familiar sabatina degustando jamón pata negra, queso manchego y unos tintorros de la Rioja, pasamos parte de la noche; los críos se dejaron caer con las hamburguesas, hasta que se aplacaron y nosotros detrás de ellos; hubo alegría, buen humor y si se quiere hasta felicidad y con este sustantivo, vocablo, término o enunciado, le entramos al tema, ¡qué caray!.

Don AMLO, señor de todos nuestros respetos, quienes lo conocen, dicen que es un buen hombre, que no le hace mal a nadie pero tampoco un bien. Cada quien. Ahora, que el jefe tiene sus “ad lateres” y seguidores, los tiene, los tiene, al igual que sus detractores que él llama adversarios o algo por el estilo; dentro del sistema político mexicano, no podría ser de otro modo.
La gente que sabe de los “intringulis” de la polaca, dicen, murmuran, pero no aseguran, que de los seguidores de AMLO, son más o menos, siete de cada cien y que los mexicanos que viven en el engaño gansófilo de que viven felíz, felíz, felíz, “tamien” son… más o menos siete de cada cien y que el resto “pa” los cien o sea noventa y tres indios mexicas, que viven en el México real, dicen no ser felices por afirmación o tesis presidencial.
Dicen esos 93 ciudadanos 93, que son felices porque lo que tienen, lo han logrado con mucho sacrificio, aunque el régimen de la 4T, los clasifique, catalogue o señale como aspiracionistas, pues tienen el deseo inalienable de vivir mejor cada día, gracias a su trabajo, esfuerzo y superación cotidianos.
Que el jefe diga que son hipócritas y que se dan golpes de pecho los domingos, eso ya es otra cosa y es muy debatible, en lo personal, por tanto encierro pandémico, nos falta tantito “ansina” para volvernos locos agresivos o de remate, lo anterior se lo comentamos al microondas y al tostador de pan, mientras tomábamos te, estando todos de acuerdo.
Con los que no podemos platicar de estas cosas, es con la lavadora porque como el mesías tropical, a todo le da vueltas, mientras que al “refri” los vemos frio y distante, como que no le importa nada; con la plancha y la estufa, definitivamente no se puede tratar nada porque luego, luego se calientan, pero con la que si podemos “relajiar” a nuestras mendigotas, es con la máquina de coser porque tiene cada puntada que no vean. No hay felicidad completa. Vale.

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