Dr. Fernando Antonio Herrera Martínez.- Hoy iniciaré una serie de columnas platicando un poco de nuestra realidad, con la esperanza de que entendamos que nunca hemos sabido ser un país, ni una sociedad unida que elija a sus gobiernos libremente. Es el origen de la apatía.
Desde la Conquista y la Colonia, con la enorme disminución de la población original por epidemias y nuevas enfermedades, las guerras intestinas, luego la Independencia que siempre fue en desventaja contra el ejército de los realistas y la inacción insurgente desde el fusilamiento de José María Morelos, en diciembre de 1815 y sólo se logró hasta septiembre de 1821 por la rebelión del mismísimo ejército realista, encabezado por Agustín de Iturbide y en acuerdo con los insurgentes que seguían en mínima acción bajo el mando de Vicente Guerrero.
Así fue el nacimiento del México libre, del México independiente. Luego vendría una época de pretensiones efímeras de carácter imperial con Agustín de Iturbide; luego la República y su primer presidente, que fue el único que pudo terminar un periodo de 4 años y luego, en un país que apenas abría los ojos al mundo, empezaron asonada tras asonada, traición tras traición.
Luego el intento de reconquista española, las amenazas de Francia, luego la Guerra de los pasteles, la separación de Texas y el ansiado reconocimiento de España a México independiente y así sucesivamente.
Mañana las primeras traiciones y asonadas militares. Antes publiqué un texto de Guadalupe Victoria, así que ese espacio lo saltaré.