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Más allá de alimentar: El poder de la lactancia materna

Aída María Holguín Baeza.- Está a punto de finalizar la Semana Mundial de la Lactancia Materna (SMLM), pero eso no significa que termine el reto global de garantizar que todas las madres puedan amamantar, ni el trabajo de sensibilización y apoyo continuo a la lactancia materna.

Y es que la lactancia materna es un acto profundamente humano que va más allá de ser un simple proceso biológico; es una herramienta esencial para la salud infantil, el bienestar materno y el desarrollo de la sociedad en su conjunto.

Por eso, cada año, durante la SMLM, se destaca la importancia de la lactancia y se reflexiona sobre la necesidad de que políticas, sistemas de salud y sociedades garanticen su acceso. Sin embargo, hoy en día, menos de la mitad de los bebés menores de seis meses en el mundo reciben lactancia materna exclusiva, lo cual es un hecho preocupante cuando se consideran los beneficios comprobados que esta práctica ofrece.

En ese sentido, la OMS y UNICEF destacan que la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses proporciona nutrientes esenciales y protección inmunológica contra enfermedades graves, reduciendo además el riesgo de problemas futuros como diabetes tipo 2, sobrepeso y leucemia infantil, y favoreciendo el desarrollo físico y mental.

Pero eso no es todo. Los beneficios se extienden a las madres, al disminuir el riesgo de enfermedades como el cáncer de mama y de ovario, además de fortalecer el bienestar psicológico a través del vínculo afectivo creado durante el amamantamiento. Este vínculo, a su vez, promueve un desarrollo emocional y social más sólido en los niños. Así, el impacto no solo es familiar, sino también económico, ya que los niños amamantados tienen mayores probabilidades de alcanzar mejores niveles educativos y, en el futuro, obtener más y mejores oportunidades laborales e ingresos.

El caso es que, a pesar de estos beneficios, persisten barreras para la lactancia exclusiva, como la falta de apoyo laboral, licencias maternales insuficientes y la publicidad engañosa de sustitutos. Y en relación con esto último, la OPS señala que el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna no se aplica adecuadamente, permitiendo la promoción sin regulación de fórmulas lácteas, lo que demanda una acción urgente de los gobiernos para reforzar las políticas de apoyo a la lactancia materna.

Es aquí donde las políticas públicas juegan un rol crucial. Establecer licencias de maternidad más largas, promover entornos laborales que faciliten la lactancia y capacitar a los profesionales de salud son pasos esenciales para asegurar que las madres puedan amamantar exclusivamente durante los primeros seis meses. Además, los programas comunitarios de apoyo son necesarios para proporcionar a las madres la información y el respaldo necesarios para superar los desafíos de la lactancia.

Más allá de los beneficios individuales, la lactancia materna tiene un impacto económico y social significativo. De ahí que, al aumentar las tasas de lactancia, se reducen los costos de atención médica y se mejora la salud pública; y, a largo plazo, contribuye al desarrollo económico, ya que las sociedades disfrutan de una población más saludable y productiva. Entonces, invertir en lactancia es, por ende, invertir en un futuro más próspero para todos.

Y sí, aunque se han logrado avances, aún queda trabajo por hacer. De ahí la urgencia de que los gobiernos implementen políticas de apoyo a la lactancia en todos los niveles, ya que invertir en ella es invertir en un futuro más saludable y próspero para todos.

Así, la SMLM nos recuerda que amamantar es mucho más que alimentar.

A modo de reflexión sumativa, finalizo citando lo dicho por la escritora y pionera en la consultoría de lactancia, Pamela K. Wiggins: La lactancia materna es un regalo que la madre hace a sí misma, a su bebé y a la tierra.

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