Ícono del sitio Juárez Hoy

Mao Tse Tung

Marcos Barraza Urquidi.- Si a usted le preguntan ¿Quién ha sido el máximo genocida que ha existido?, muy probablemente contestará que Adolfo Hitler; sin embargo, no es así, hay varios que lo superan ampliamente, encabeza la lista Mao Tse Tung con 78 millones de asesinatos de civiles indefensos, aunque las cifras extraoficiales dupliquen la cifra.

Entre sus estupideces y maldades llevó a la población a hambrunas infernales, más las ejecuciones de disidentes y los muertos en los campos de concentración. Como todos los líderes izquierdosos se sentía dios y quien no estaba de acuerdo con sus “maravillosas ideas” era asesinado.

Admirador de Lenin y Stalin, era partidario del terror como forma de imponer un sistema. Como campesino chino que era, observaba la eficiencia de la violencia como forma de convencer y lograr los propósitos, a los 24 años se describía a sí mismo con gran cinismo: “Rechazo toda moralidad, rechazo la conciencia, rechazo cualquier responsabilidad hacia los demás… Soy absolutamente egoísta y no me importan los sentimientos de la gente”.

Como buen izquierdoso se consideraba experto en todo y desoía a los verdaderos expertos, se le ocurrió la vacilada de que debían de ser exterminados los gorriones porque se comían el grano, ignorando que el 80% de su alimento eran los insectos, esto provocó que las plagas acabaran con los cultivos y vinieran hambrunas de proporciones gigantescas.

Se le ocurrió reunir a los aldeanos de todo el país en gigantescas comunas populares donde todo fue colectivizado. A la gente se le quitó el trabajo, el hogar, la tierra, las pertenencias y el sustento. En los comedores colectivos, la comida, distribuida a cucharadas según los méritos, se convirtió en un arma para obligar a la gente a seguir todos los dictados del partido. Cuando se eliminaron los incentivos para trabajar, se utilizó la coerción y la violencia para obligar a los agricultores hambrientos a trabajar en proyectos de riego mal planificados mientras se descuidaban los campos.

Están saliendo a la luz los documentos del partido Comunista Chino donde se ve que las políticas de Mao produjeron decenas de millones de muertos por hambre ante la indolencia de Mao y su partido. Los psicólogos afirman que Mao sentía un gran placer al ver morir a la gente. Parece que esto es común en los izquierdosos, recordemos el placer de Ernesto Guevara de matar a los presos políticos con su pistola y sus maravillosas ideas de quitar los frutales en los cerros para sembrar caña, experimento funesto que acabó con los frutales y nunca se dio la caña.

A esto hay que agregar los millones de ciudadanos que murieron en la tortura o por la menor infracción. Es icónico el caso del niño Wang Ziyou que robó un puñado de granos por hambre y le ordenaron al padre que lo enterrara vivo; después de hacerlo, el padre se suicidó.

Es increíble cómo los intelectuales o seudo intelectuales del mundo han olvidado a este gran genocida e incluso citan sus frases del libro rojo con mucho orgullo. Este libro se editó por cientos de millones y se distribuyó por todo el mundo.

En contraste con los numerosos libros, películas, museos y días de conmemoración dedicados al Holocausto, hay que considerar que a Hitler le suman los muertos en batalla, pero si contamos a los civiles muertos por su propio gobierno las cifras son mínimas, no así en el caso de Mao y Stalin, donde el Estado dispuso de la vida de su gente desarmada y sin posibilidad de defenderse. En tiempos de paz, hacemos pocos esfuerzos para recordar el Gran Salto Adelante o los Gulags rusos, pero creo que se ha vuelto necesario recordarlos para asegurarnos de que la sociedad haya aprendido sus lecciones y sepa lo que significa la izquierda en el poder.

La exitosa e intensa propaganda socialista ha hecho de Mao un héroe y aún tiene numerosos seguidores en todo el mundo, así como de Stalin, Lenin, Guevara, Castro y todos esos izquierdosos sanguinarios que han devastado la civilización.

Hoy en México tenemos al alumno idiota de estos líderes al frente del país con sus soluciones milagrosas de “abrazos no balazos”, mientras la delincuencia impunemente mata civiles a diestra y siniestra; sus soluciones económicas maravillosas de quitarles a los que producen para dárselo a los holgazanes quedándose con la mayor parte, se ha vuelto la constante en su gobierno, desalentando a los jóvenes a trabajar y progresar; el mantenimiento de empresas estatales ineficientes a costa de empresas productivas hunde la economía mientras el sátrapa se arropa en la bandera nacional apoyando sus negocios como si fueran del pueblo.

¿Cuándo aprenderemos a que la izquierda es intrínsecamente asesina y nefasta para la sociedad y que su publicidad de redención son un conjunto de mentiras cínicas? Pero como diría el poeta: quien no estudia la historia tendrá que volver a sufrirla una y otra vez y parece que ese es el destino de México.

Salir de la versión móvil