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La Voz que no pudieron silenciar

Daniel Valles.- Lo que vemos en el video cuya liga está al final —una joven, sola, frente a muchos, sin capucha, sin miedo y sin permiso— es quizá el momento más revelador de toda esta crisis social: la generación que el gobierno creyó tener controlada, ya no se está tragando el relato oficial.

La muchacha lo dice sin temblarle la voz:

— “En la mañanera nos exponen. A los jóvenes que no estamos de acuerdo con el gobierno nos señalan. Y a los criminales sí los protegen.”

Ese es el corazón del problema. Ahí está, desnudo, sin palabrería ni eufemismos de funcionario.

Y lo que le responde la gente alrededor —jóvenes y adultos— no es violencia, no es vandalismo, no es agresión:

“¡Fuera Morena!”

“¡Gobierno de porquería!”

“¡Son un narcogobierno y todos lo sabemos!”

No lanzan piedras. No tiran vallas. No llevan capuchas. Llevan rostro. Y el rostro es lo que más incómoda al poder. Porque un rostro no se puede inventariar dentro del discurso oficial.

Este episodio es clave por tres razones:

1. La generación Z está articulando su propio lenguaje político

Ya no aceptan la narrativa reduccionista de “manipulados por la derecha”, “ni chavorrucos son” o “están financiados por no sé quién”.

Ese discurso murió cuando una joven les dijo en la cara:

“Nos exponen en las mañaneras”. Ahí se acabó el monopolio de la verdad.

2. La protesta dejó de ser un juego de la oposición tradicional

Esta no es una marcha de líderes partidistas.

Es una marcha de jóvenes que crecieron viendo cómo se justifican los abrazos a criminales mientras se insulta a estudiantes, científicos, mujeres, periodistas y ahora… a ellos.

3. No hubo violencia

No hubo encapuchados. No hubo petardos. No hubo agresión a la policía.

Sólo hubo palabras. Y las palabras, cuando son ciertas, muerden más que cualquier piedra.

Y eso es precisamente lo que inquieta al gobierno: la crítica sin máscara.

En un país donde la polarización se volvió arma política, estos jóvenes están devolviendo algo que el poder no esperaba: verdad cruda.

Y la verdad cruda no necesita capucha ni consigna.

Esto que vimos no fue un estallido: fue un despertar.

Y cuando una generación despierta, el gobierno tiembla. Ahí El Meollo del Asunto.

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