Dr. Arturo Castro.- El engaño es parte de la vida cotidiana; realmente representa un conjunto de opciones para que aparezca, van de delincuentes, infidelidades, piadosas o dirigidas a una sociedad ávida de lo que sea, entre otros la esperanza que le brindan la política y los políticos.
Una sociedad definida como pueblo, bondadosa e inocente acerca de lo que se busca desde ayer, en el hoy y en el futuro cercano, tiene papeles protagónicos cuando se le usa, cosa que permite porque los apoyos vertidos de diferentes programas son claros.
Se trata de recuperar la credibilidad a través del tiempo de cada quien, con ideas y propuestas que le beneficien y con ello pueda tener una vida más tranquila, el juego es participar electoralmente, con aplausos, votos y uno que otro cosquilleo a los políticos del momento.
La mentira aparece en todos lados, desde la calle hasta las letras que describen historias a través de los textos, ya sean impresos o digitales; semeja algo natural que nadie observa porque refleja lo común en esa costumbre que se convierte en ley.
Claro que la verdad existe, pero es desplazada por una u otra razón ante la oportunidad de llegar al poder, léanse las reflexiones de Maquiavelo al Príncipe Lorenzo de Medici para entenderlo mejor.
El control de la palabra en el ámbito público es de todos conocido, nadie se queda afuera cuando de dominar se trata. Octavio Paz define al mexicano como alguien que esconde su verdadera esencia, baste leer el capítulo de máscaras mexicanas en su libro “El laberinto de la soledad”.
La mentira tiene un espacio político ganado al no cumplirse las promesas de campaña, dado el problema financiero y de concordancia de los intereses creados, por ello se extraña al político de carrera, que con una vocación de servicio, servía de la mejor forma.
La victoria consiste en lograr la meta, el tener resultados de la propuesta elaborada para convencer a una sociedad mediática que todo lo cree desde ese entorno aspiracionista tan maltratado como ninguneado últimamente.
La victoria de la mentira está siempre presente, la información pública diaria es de grandeza frente a un pueblo con hambre de sed y justicia como lo dijera Luis Donaldo Colosio en aquel evento político de 1994, mismo que causó una gran polémica y algo más que trastornó al país dramáticamente.
El romanticismo político persiste, nunca terminará porque es tan necesario como el valor de la vida que suspira un cambio para alcanzar aquel desarrollo prometido con anterioridad.