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Justicia para Chihuahua

Es inexplicable cómo alguien con ese historial delictivo llevado a cabo desde el puesto de gobernador carece de un atisbo de vergüenza

Dr. Fernando Antonio Herrera Martínez.- La única promesa de Javier Corral en aquella campaña de 2016 fue: meter a la cárcel a César Duarte. Ni eso pudo cumplir en su mandato, y todo porque hasta el expediente de extradición hicieron mal; fue la gente de Marcelo Ebrard la que dejó ese mamotreto y empezaron desde cero.

Igual se les cayó la incautación de los bienes de César Duarte, hoy muy dañados y saqueados, en la SCJN por ir mal armado y con una ley improcedente, también perdió TODOS los amparos contra los encarcelados por los expedientes X.

El más reciente de los perdidos es el de Alejandro Gutiérrez “La Coneja”, a quien el Primer Tribunal Colegiado de Distrito le concedió amparo, en que entre otras cuestiones relevantes desacredita los testimonios de Jaime Ramón Herrera Corral y de Ever Eduardo Aguilar, con lo cual, el juicio por el que él fue declarado culpable en Chihuahua, quedó sin efecto alguno.

Incluso, entre el texto del amparo de dice que Jaime Ramón Herrera Corral denotaba estar dispuesto a declarar lo que fuera que conviniera a la Fiscalía. ¡Una vergüenza!

Esto último fue resultado de la praxis llevada a cabo por el crápula de Corral, situando en primer lugar las violaciones de derechos; en segundo, la tortura demostrada ante la CNDH; la tercera, extorsiones que fueron demostradas.

Aparte se la pasó aprendiendo a jugar golf y su handicap no baja de +20; fue el más flojo u holgazán de cuanto gobernador haya tenido Chihuahua, y encima las observaciones de las auditorías, tanto del Estado como de la Federación que suman casi 6 mil millones de pesos.

Y aun así, se atreve a andar pregonando que es víctima de una persecución de venganza por parte del maruduartismo, como suele llamar al gobierno de María Eugenia Campos Galván. Es inexplicable cómo alguien con ese historial delictivo llevado a cabo desde el puesto de gobernador carece de un atisbo de vergüenza y no cierra la boca, como mínimo de pena, vergüenza, rubor o sonrojo.

¡Qué va! Se pasea cual torero, da vuelta al redondel con dos orejas y un rabo, aprovechando un vacío inexplicable en la urgente actuación de las autoridades.

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