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José López Portillo

Dr. Fernando Antonio Herrera Martínez.- José López Portillo y Pacheco, secretario de Hacienda y Crédito Público con su amigo Luis Echeverría Álvarez. Candidato único en 1976. Ya como presidente, aceptó la primera reforma político electoral de gran calado que propuso Don Jesús Reyes Heroles. En su inicio había dicho: Podemos hacer de México un infierno o un lugar para vivir mejor.

Y para limpiar de los “luises” al gobierno, echó a Porfirio Muñoz Ledo y a Augusto Gómez Villanueva. Luego metió a la cárcel a los cuatro amigos principales y exfuncionarios de Luis Echeverría, su amigo desde prepa, a quien mandó a la UNESCO, luego lo hizo embajador plenipotenciario del fin del mundo, en las islas Fiji, Nueva Zelanda y Australia.

La economía la recibió en colapso. Pidió y recibió apoyo del FMI, que entró al rescate y le impuso restricciones. Todo pintaba bien, pero la guerra en Medio Oriente disparó el precio del barril de petróleo a más de 100 dólares por barril. Dos años; dijo: hay que administrar la abundancia. Tenía un PIB anual creciendo al 8%.

López Portillo perdió la razón. Luego, la caída de precios, devaluación de más de 400% y de 22.50 a más de 100 pesos el dólar. La deuda externa llegó a ser la más grande del mundo. Le siguió una fuga de capitales, que frenó con la nacionalización de la banca y el control de cambios. Terminó llorando frente al país, pero reiteró el orgullo de su nepotismo, que junto con sus pésimas decisiones impidieron algún logro en el gobierno.

Para vergüenza de México, apenas ahora en 2023 se comprobó que fue agente de la CIA, así, junto a López Mateos, Díaz Ordaz y Luis Echeverría, ya hemos tenido cuatro presidentes, “traidores a la patria”. Lo único que dio algo de alegría a los mexicanos López Portillo, en su mandato, fue la visita del Papa Juan Pablo II.

La corrupción descarada, las dádivas insuficientes a los pobres e indígenas, fue insoportable. La premonición de López Portillo se cumplió: “México ya es un infierno” y nunca un país donde se pueda vivir mejor. AMLO sí que lo consiguió y lo peor, quieren más…

Marco Bonilla abrió los ojos

La ciudad es más compleja que regalar útiles escolares; son bienvenidos y mejor recibidos por padres y niños que los necesitan. Se aprecia y valora.

Al fin Marco Bonilla, abrió los ojos. A la mitad de su administración se da cuenta, oficialmente, del abuso de agentes de Gobernación, con los giros negros como lupanares y albergues para quien reposa de una inyección pesada, o los grises, como cantinas y billares, con prostitución abierta; sin olvidar las invisibles “ventanitas” o los autos cuyo chofer acude a un punto x, previa llamada para vender coca. Sí presidente, la droga circula libre y aunque cara, fluye sin problema.

Su preocupación por el relleno sanitario es importante, lo entendemos y lo compartimos, pero la policía, sus agentes de Gobernación y del estado, agentes de seguridad o de investigación, o de Vialidad son una pesadilla para la sociedad capitalina y un gran apoyo los que venden o la distribuyen sin riesgo, porque para ellos son transportadores seguros.

Revisen las tareas, extra horario, de todos, con atención especial a los que tienen vehículo oficial permanente.

Créalo Marco. Constatará que hacen mandados en carro oficial o particular, uniformados. ¿En qué tan ocupados? Por cierto, una pregunta: ¿Los uniformes que perdió en apuesta para los niños de Parral, los pagó del erario o de su bolsillo? Porque la sociedad capitalina no apostó. Ese fue usted.

Resto y reclamo

El fiscal anticorrupción, Aberrardo Valenzuela, que, en desacato judicial, emitió boletín y sentencia, le vale e ignora la presunción de inocencia. De paso muestra la falsa y efímera arrogancia de su puesto. ¡Neta! ¡Qué vergüenzas pasa Maru, por pagar favores políticos que no debe!

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