Dr. Fernando Antonio Herrera Martínez.- Fíjate que van a trasladar acá al ex, el que nos ayudó.
– ¡Cómo! ¿Pero por qué acá? Que se lo lleven a otro lado o lo dejen donde está.
– No hay tiempo, está hecho, viene para acá.
– ¿Y qué vamos a hacer?
– ¡Pos Ayudarle! Recuerda que le debemos mucho.
– Bueno, pero en este momento no es conveniente. Así que, por lo pronto, dile que no se apure, que estará entre amigos, aunque tiene que sufrir igual o más que otros, para darle credibilidad y que la gente no vaya a pensar que hay trato especial.
– Ok, pero no aprietes demasiado, que no pierda la fe, que sepa que le ayudaremos en el momento preciso. Sólo es cosa de esperar unos años.
Tiempo después:
– ¡Oye amigo! Ya pasó mucho tiempo y se nos ha olvidado el asunto ese tan penoso. ¿Qué hacemos?
– Que espere. Mándale decir que es mucho jale esto, parecía más fácil, pero no, dile que andamos atorados.
– Deberías dale un par de sustos para que refuerce la fe y que entienda que no es tan fácil, que el timing político lo tenemos nosotros y que él ya no lo entiende.
– Tienes razón, se ha desesperado y ahora exige.
– Tiene que dejar de llamar la atención de los medios con esas declaraciones, que deje de hacer ruido. Debe ser paciente.
– Ok. Yo le aviso.
– No, mejor le mandas otro calambre, para que entienda que sus quejas en la prensa tienen efectos contrarios.
– Cierto. Además, ¿cuál apuro? Ni que estuviera enfermo.
– Además, ya gozó. Ahora es nuestro tiempo. Que espere.
– Sí, tienes razón. Es más, ni que hubiera hecho tanto. A últimas cuentas creo que ni nos ayudó como cree.
– Ahí déjalo. A la gente le hace bien pensar un poco. Mándale un libro.
– Ok. Pero no vayas, envíaselo.
– Sí mano. Así le hacía él. Cada cheque, una vuelta. Bien que podía sacarlos juntos y nada.
– Es cierto, me hizo dar muchas vueltas. ¡Que aprenda!
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