Ícono del sitio Juárez Hoy

Impunidad política

Un Estado donde quedan impunes la indolencia y la libertad de hacerlo todo, termina por hundirse en el abismo.  Sófocles, escritor griego

Cuauhtémoc Monreal Rocha.- El verano político mexicano también está muy, muy caliente; sin embargo, de pronto, de la mitología náhuatl surgió una diosa que vino a refrescar el ambiente y sorprendió al conglomerado de la cuatro-te, gracias a los caprichos de su caudillo nacido por allá en Tabasco.

Esta diosa indígena apareció en forma de mujer con nombre y apellidos y encendió los focos rojos en Palacio Nacional, solo que el error ya estaba cometido al haberle cerrado Andrés, las puertas de Palacio Nacional a esa mujer, puertas que deberían estar abiertas para todos los ciudadanos mexicanos, simpatizantes o no del Viejo.

Kriptonita pura para el hombre de acero de Macuspana, haciendo un símil con el cómic de Superman; el hombre sigue empeñado en que, para bien de todos, primero los pobres y no reconoce que su “eslogan” ha fracasado ya como su principal bandera.

Lo anterior poco le importa a morena, o sea, a AMLO, lo que sí le interesa es que las corcholatas se paseen a lo largo y ancho del territorio nacional, haciendo gala de impunidad política, por eso al cinqueño gobernante, le urgía desaparecer al INE y sin ningún obstáculo electoral, poder poner en el gobierno a su corcholata preferida, que deberá sujetarse a sus caprichos, porque la cuarta “transformación” debe seguir adelante.

Mientras tanto, la infiel oposición allí está, sin guía, sin jefe, sin líder carismático, mientras que algunos miembros de una coalición, la abandonan porque su ego no les fue satisfecho y todos quieren el pastel. Por eso Xóchitl Gálvez Ruíz, al aparecer sorpresivamente en la escena política como suspiranta a ocupar “La Silla Embrujada”, ha sorprendido a la élite política nacional de todos colores y sabores.

Qué buen agarrón político se darían la emperadora Claudia de cuna fifí y la diosa Xóchitl de cuna humilde que, descalza o quizá con huaraches, vendía gelatinas en su pueblo, para ayudar a la economía de su paupérrimo hogar; cómo estará de desesperado al Viejo, al no contar, dentro de sus corcholatas, con otra ciudadana nativa de los pueblos originarios, que son su todo. Bueno según él.

En fin, aires frescos con Bertha Xóchitl, se sienten en la política de este país que va de mal en peor, al grado de que en los corrillos políticos ya se dice que estábamos mejor como nación, cuando estábamos “pior”. Vale.  

Salir de la versión móvil