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Fiestas decembrinas

Jorge Quintana.- Por muchos años los mexicanos hemos celebrado las fiestas del mes de diciembre, sobre todo la Navidad y el fin de año. Durante estas fechas 24, 25 y 31 de diciembre, hacemos verdaderos esfuerzos por festejar en grande y compartir con nuestros seres más cercanos, con la familia y las amistades, nos apuramos a realizar una lista de propósitos de año nuevo, que se cumplen en parte o se olvidan al inicio del año siguiente, pretextos no faltan y claro, falta voluntad.

Muchos son los escenarios que se presentan en las fechas señaladas, pero el común denominador es el festejo, el jolgorio, cenas opíparas, brindis generosos, hasta la madrugada del día siguiente.

Pero nos olvidamos del verdadero significado de la Navidad, de la Natividad de Jesús, el verbo encarnado que se hizo hombre para redimir a la humanidad. Desde su nacimiento hasta su muerte, Jesús nos entregó su vida y eligió una muerte cruenta, que solo se destinaba a los criminales más abyectos: la crucifixión, para demostrar su entrega a la humanidad.

Este hecho es el más importante de la historia religiosa del género humano y para agradecer y reconocernos como hombres falibles e imperfectos, el día 25 de diciembre, demostramos a Dios nuestro arrepentimiento por las faltas que hemos cometido y expresamos nuestra humildad ante el Señor.

Que estos días sean propicios para la reflexión, para el reencuentro con nosotros mismos y con aquellos a quienes amamos, a quienes nos debemos.

Aprovechemos el valioso tiempo que nos queda, para tener una manifestación de humildad y expresar con hechos el amor que sentimos por los demás y por nosotros mismos.

Celebremos con un espíritu de renovación, de encuentro con la verdadera paz que podemos obtener de la tranquilidad espiritual.

Hagamos de este tiempo, la oportunidad de reconciliarnos, de encontrar en la celebración la razón de ser mejores, de buscar el espacio de comunicación que nos permita demostrar el amor, la sincera disposición a cambiar para bien.

Pensemos en aquellos que se nos han adelantado en el camino y nos dejaron motivos suficientes para ser felices, por ellos y por nosotros. 

Hagamos el propósito de colaborar a mejorar el mundo en el que vivimos, para legar a las nuevas generaciones una vida más digna, más segura, más pacífica.

Es el tiempo de la humanidad en su más puro significado, de la colectividad humana que se responsabiliza por ella misma. 

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