Es imposible imaginar un espectáculo más nauseabundo que el del plagiador. Edgar Allan Poe, escritor estadounidense
Cuauhtémoc Monreal Rocha.- Aún resoplamos de lo harto que estamos, hasta del mal del puerco hemos sido víctimas en este primer día del año, aunque nos falta todavía la rosca de reyes y la tamaliza del Día de la Candelaria, por lo que nos iremos con cautela a ver si la libramos, porque no se sabe.
Como dice la canción, quizá, quizá, quizá, para cuando estén leyendo esto, la UNAM ya haya dado su veredicto sobre el plagio de Yasmín y la SCJN no se vaya a meter en honduras, pero sí en Honduras 44 (era una tienda en el centro del D.F.) decía el viejo comercial y ya se haya elegido una fémina o un varón quien la dirija por un corto tiempo.
El Viejo se acorraló solito con el escándalo de su Ministra y en esta ocasión, no puede culpar a nadie más que a su propia necedad, a su tosudez para elegir a “huefe vofo” a sus colaboradores y colaboradoras más cercanos(as), basándose en su tesis de que deben tener, solamente, un 90% de lealtad y un 10% de capacidad, lo cual, con Yasmín, le salió muy, pero muy caro y para colmo de los males, la Ministra, en lugar de defenderse deshaciendo los hechos que se le señalan, se puso brava como buena hembra.
Coraje que Yasmín debe usar para mejor causa, sobre todo ya que no fue elegida como presidenta del máximo tribunal, pero si lo hubiera sido, quizás hubiese tenido que tomar serias decisiones para beneficio de la sociedad mexicana y no solamente para beneficio de su benefactor o de sus particulares intereses.
¿Es o no es plagio lo de la Mossa? ¡Olé! Ojalá que esta nueva bola de humo para distraer de los graves problemas del país a la opinión pública, se resuelva en debida forma. Cierro esta opinión con el deceso de dos personajes a fin de año: Uno, como guía espiritual emérito de la cristiandad: Benedicto XVI; el otro, como gran futbolista: Pelé. Ambos descansen en paz. Vale.