Ícono del sitio Juárez Hoy

Entre la sospecha y la oportunidad

Dr. Arturo Castro.- El mejor regalo de vida es un libro. La lectura convierte en un templo cualquier lugar, leer por primera vez un texto completo rompe paradigmas, el mismo mito de lo difícil que parece ser, lamentablemente la cotidianidad ofrece poca predisposición para ello.

El libro acompaña a la soledad, produce diversos sentimientos que salen de sus páginas, se pertenece momentáneamente a la historia o conocimiento que se cuenta, la inmersión se produce lentamente según lo sospechó en un inicio el autor al escribir su propia imaginación o deducción.

Vivir con libros es vivir acompañado, muestra lo mejor de la genialidad humana, desde aquellos filósofos existencialistas, hasta lo que produce quien escucha a su conciencia en la descripción de un futuro cercano.

Leer otorga mayores libertades que permiten conocer o discernir, cuando las letras pasan se llega a una mayor experiencia que invita a continuar la sencillez en un ambiente de creer que se puede hacer lo que se tiene que hacer.

El tiempo pasa y los comportamientos sociales son los mismos, las historias también para llevar esa solitaria vida al entorno de la vida en sociedad y queda atrás la sospecha del fracaso y se valida el momento de una nueva oportunidad a pesar de los potenciales pecados capitales existentes.

La vida cotidiana no está podrida como lo dicen algunos medios, el mismo gobierno lo menciona, existe violencia, corrupción, un poder político y público que sufre al recordar el pasado que no desea olvidar, no parece ver la oportunidad de reconstruir el presente para un mejor futuro.

La madre Teresa decía que la sociedad debía ser cosa de niños y por tanto habría que estar jugando, es el derecho a vivir en cualquier parte del planeta y que el descubrirlo se adquiere a través de los libros.

Así se aborda una problemática social que alejada de la lectura siente conocer aquello que no alcanza a comprender. Nada obliga a nadie a tener un libro en las manos fuera del ámbito académico, porque aunque se tenga, nadie al final de cuentas sabrá nada como lo dijese Sócrates en tan magistral frase: Yo solo sé que no sé nada.

La sospecha de no creer, del misterio de la panacea como solución a todos los males, de pensar que el gobierno no regresa lo que se quita de pago de impuestos está generalizada. Lo que sucede con la lectura es la oportunidad de pensar positivamente y así celebrar el entendimiento de las acciones y los hechos.

La oportunidad de leer deja atrás la intención que permea la ignorancia a la hora de tomar decisiones; cuando se toma un libro en las manos no se espera ningún premio o castigo inmediato, pero sí una formación personal que le hará sentirse mejor.

“Crimen y castigo” de Fedor Dostoievski transmite la angustia de Rodia Raskolnikov producto de su crimen por robar a aquella anciana. “La vida de Pi” de Yan Martel nos lleva al enfrentamiento de la confianza y la traición. Máximo Gorki en su texto “La Madre” expone a una sufrida mujer que lucha en contra de un sistema político indeseable.

Los libros abandonan la sospecha para crear la oportunidad de mejores escenarios mentales y terrenales, provocan que exista un mayor conocimiento en plenitud que lleve al intelecto a niveles superiores.

“Juan Salvador Gaviota” de Richard Bach nos transporta al sí se puede, a romper los esquemas sociales que limitan las libertades individuales y los alcances, paso de repudiado porque la ley natural era no volar como águila a ser reconocido públicamente al planear sobre el pueblo gaviota.

Hoy leer más parece un honor, la tecnología rebasa las historias completas para reproducir solo una parte de ellas o acomodarlas al cine, teatro o televisión. Lo mejor de un libro es su final, inicia siempre pensando en cómo terminar.

Será el reflejo de los días por venir, tener un mayor entendimiento sin evadir el juicio, invocar lo extraordinario de pensar positivamente en consideración a la lectura realizada, penetrar la historia y el quehacer de sus protagonistas.

Alonso Quijano, el Quijote de la Mancha, buscaba a su gran amor en una fantasía hecha realidad y de aventuras. Phileas Fogg deseaba lograr un récord al dar la vuelta al mundo en ochenta días. Baldor celebró su curso de álgebra aún vigente a pesar del paso de los siglos.

El poder del libro ofrece la oportunidad de tomar esas decisiones como las que definió Jamal en “Quisiera ser millonario”, de origen hindú, la historia se basa en experiencias de vida personal; la lectura ofrece lo mismo desde una posición estática.

La sospecha es que leer parece aburrido, las hojas de un libro engrasan el pensamiento para obtener mejores ideas y que en esta sociedad permeada de violencia, transporte a un nuevo imaginario.

La lógica de lo anterior busca evadir al mexicano descrito por Octavio Paz en “El Laberinto de la Soledad”, aunque lo retrata tal cual es.

Salir de la versión móvil