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Consideraciones en torno a la migración y la xenofobia

Soc. Omar Jesús Gómez Graterol.- Cuando en la década de los 90, específicamente en el año 1993, la cantante Gloria Stefan y su esposo Emilio Stefan lanzaron la emblemática canción “Mi Tierra”, inevitablemente muchos asociaron la letra a los expatriados de Cuba que se iban de su país en busca de oportunidades en otros lares.

Por lo que, se clasificó esta obra musical como un himno de los nacidos en esa isla caribeña que se marcharon al exilio sin olvidar sus raíces y llevando un dolor en el alma por lo que dejaban atrás. No obstante, se puede decir que culminó convirtiéndose en un himno de todo aquel que se ausenta de su tierra.

Un punzante testimonio similar nos lega el poeta venezolano Vicente Gerbasi, en su composición “Mi Padre el Inmigrante”, que a pesar de ser bastante extensa contiene una frase que sintetiza el sentimiento de lo que intenta expresar: “venimos de la noche y hacia la noche vamos”. En ella se destaca la actitud de aquellos que deciden salir de una situación crítica para sumergirse en un futuro misterioso e incierto, sin garantías de éxito en sus propósitos de cambio, pero al que deben apostar porque ya poco o nada les queda por perder.

Cabe tener presente que emigrar es una de las decisiones más difíciles de afrontar para cualquier ser humano. Desde esta perspectiva se exponen algunas consideraciones en torno a esta temática con miras a aportar soluciones.

1. UN PROBLEMA MUNDIAL DE DESPLAZAMIENTOS: Actualmente está en boga hablar de la migración y de los migrantes como una realidad observable que masivamente se está produciendo en casi todos los continentes del planeta. Esta práctica implica el abandonar temporal o definitivamente sus espacios de pertenencia para habitar en otro lugar. 

El fenómeno es altamente complejo, vale resaltar que en una significativa porción de los casos se trata más bien de desplazados. Estas corrientes humanas no están renunciando a sus territorios por caprichos o elección propia, sino por condiciones desesperantes de vulnerabilidad y hasta la posibilidad de perecer. Esto se comprueba en los riesgos que están dispuestos a confrontar para llegar a sus destinos, en los cuales suponen alcanzarán una existencia digna (si el Estado receptor les otorga documentos o soportes legales que los categorice como ciudadanos).

No es un asunto netamente exclusivo de los países de origen de los emigrantes. Los que sirven de tránsito y de acogida padecen las secuelas de este acontecimiento, por lo que deben estar atentos a éste, e incluso participar con toda la comunidad internacional, para dar respuesta a dicho flagelo.

2. ES PREDOMINANTEMENTE EMPÍRICO: El ser emigrante no se enseña en instituciones educativas y los que realizan esta aventura lo aprenden de modo empírico básicamente o, en otras palabras, por experiencia se sabe migrar. Tal eventualidad genera, en numerosas ocasiones, desencuentros con los nacionales de los países donde transitan o se establecen.

Todos reaccionamos con el bagaje cultural que tenemos y lo que creemos correcto, pero, no necesariamente lo que yo interpreto como acertado es la misma percepción o tiene igual carga valorativa para el nativo que recibe en su suelo. En tal sentido, estas apreciaciones disímiles podrían originar fricciones al encontrarse individuos de distintas regiones, lo que se complica si quienes migran lo hacen en multitudes.

3.- SUPERVIVIENTES: Muy ligado al aspecto anterior está el tema de los sobrevivientes. Si las personas atraviesan por vivencias donde arriesgan sus vidas permanentemente, lo moral o ético se torna algo relativo. Por ello, muchas veces desarrollan estrategias inadecuadas para insertarse en las sociedades de acogida y algunas terminan infringiendo normas, reglas, leyes o costumbres, cuando su voluntad es subsistir. La tendencia con estos pequeños grupos es a señalarlos, estigmatizarlos o aislarlos.

Sin embargo, se requieren (re)soluciones humanitarias como métodos formativos e ilustrativos que los ayuden a adquirir conciencia de cómo su accionar tendría repercusiones negativas en los sitios por donde pasan o se arraigan.

4.- FALTA DE TRADICIÓN MIGRATORIA: Poblaciones de países como Venezuela carecían de un hábito migratorio, pues no estaban sometidos a circunstancias de éxodo, pero el fallido proyecto político implementado en la nación (con el incremento de la pobreza, desempleo y violencia, entre otros), aunado a un parcial bloqueo económico desde el exterior, ha obligado a millones de venezolanos a irse de su lugar de nacimiento.

Pese a ello, la hazaña de buscar refugio o como refugiados no ha resultado la más feliz, posición en la que los cubanos, centroamericanos o mexicanos tienen ventaja ya que su historia está ligada a importantes movimientos demográficos que, de una manera u otra, han sido dosificados permitiéndoles obtener un acervo de conocimientos que contribuyen a minimizar el impacto de sus presencias en las locaciones donde se instalan.

5.- XENOFOBIA Y GENERALIZACIÓN: Por otro lado, existe el rechazo, odio, repugnancia y hostilidad hacia el extranjero. Este miedo es peligroso por asumir formas diferentes que solapan sus fundamentos y verdaderas intenciones pudiendo ser su detonante el más mínimo defecto que, por muy absurdo que sea, servirá de justificación para agredir al foráneo. Cuestión que se agrava porque se tiende a desprestigiar a la mayoría por causa de una minoría que no representa al conjunto y, lamentablemente, enfatizando en lo negativo (exacerbado por algunos medios informativos).

6.- NADIE ESTÁ EXENTO DE EMIGRAR: De acuerdo a la evidencia histórica las razones que impulsan un proceso de migración, sea individual o colectiva, son diversas y, aunque pueden se predecibles, también suelen suceder por motivos imprevistos. Por lo tanto, quienes acogen contingentes humanos hoy son asimismo susceptibles de requerir, en algún momento, amparo en otras naciones.

Conviene mencionar que estas personas tienen saberes que ofrecer para construir un mundo mejor. Para ello se necesita ejercitar el diálogo y la empatía, tanto por el que asila como por el que es asilado. Si no se cultiva una comunicación efectiva los conflictos se intensificarán o permanecerán, siendo el pan de cada día. 

A su vez, es una coyuntura para que las organizaciones internacionales y/o multilaterales que promueven las democracias y defienden los derechos universales evalúen las tácticas con las cuales están sancionando a algunos tiranos y sus secuaces. Las medidas aplicadas hasta la fecha afectan a los pueblos (hombres, mujeres y niños) y no a los autócratas o élites autocráticas (no son estos últimos lo que experimentan privaciones). Por ello, es preciso revisar estos procedimientos y lograr que las penalidades realmente sean eficaces en limitar a estos gobernantes y sus acompañantes sin dañar a la ciudadanía.

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