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Atender la violencia es la más importante obra

Daniel Valles.- Nuestra sociedad sufre ante una crisis de líderes. Justo cuando las instituciones establecidas son ‘cargadas’ con esa tarea -liderar- es cuando están en su punto más bajo de credibilidad, confianza y respeto.

Falta visión coherente y compulsivamente social. Solo esperamos que resulte lo mejor, temiendo lo peor.

Todos los gobiernos tratan de que la gente, el electorado, la opinión pública, los ciudadanos, quien sea, tenga la certeza o al menos perciba que en materia de seguridad pública, hacen un buen papel.

En todas las campañas políticas, el tema de la seguridad es toral. De los principales. Sin embargo, a pesar de los pesares y de los esfuerzos que la autoridad de todos los niveles hace para que se sienta y se perciba lo anterior, quedan cortos ante la ola de violencia que siempre termina por sobrepasarles.

Las entidades que concentran más del 50 por ciento de homicidios dolosos son Guanajuato, Baja California, Jalisco, Estado de México, Michoacán y Chihuahua, según el informe de seguridad.

El presidente López Obrador reconoció hace unas semanas que, en algunos estados del país, no se ha podido disminuir la incidencia delictiva pese a la presencia de la Guardia Nacional, por lo que su Gobierno evalúa mandar más elementos.

Todas las ciudades del país son importantes, pero a nosotros que vivimos en Juárez, nuestra ciudad es la más importante. Y resulta que, de nueva cuenta, estamos en las tres primeras en cuanto a violencia se refiere.

Sí, una vez más. Ya hasta parecería que siempre es lo mismo, que no ha habido alguna temporada donde la violencia no haya causado estragos y tanto daño a la comunidad. Desde principios de la década de los noventa, del pasado siglo, parece que no se habla de nada más.

No somos la ciudad más violenta del mundo ni de México. Eso, ya lo hemos sido en 2010-2013. Ahora somos la tercera. Celaya y Tijuana ocupan las nada honrosas primeras dos posiciones. Con tasas de 109.38 y 105.15 homicidios por cada 100 mil habitantes, respectivamente. La nuestra, Juárez, 103.61. La que le sigue hacia abajo, Obregón, con 101.13 y en la quinta posición, Irapuato, con 94.99 homicidios por cada 100 mil habitantes.

Dos ciudades de Guanajuato en las primeras cinco, una de Baja California y la nuestra, del estado de Chihuahua, cuya capital ocupa el lugar 32, de entre las ciudades más violentas del mundo.

El Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal presentó su informe en el cual Ciudad Juárez resulta la tercera ciudad con mayor tasa de homicidios a nivel mundial. Tal pareciera que, en todas estas tres últimas décadas, el esfuerzo, el gasto y la política han servido para tres cosas. Ya saben ustedes para cuáles.

Han sido muchos millones de pesos que se han invertido, mejor dicho, gastado, alegando que ha sido así para lograr una mejor seguridad en nuestras ciudades y en el país, en general.

No importa de qué gobierno se trate, ni de qué ámbito, ni de qué color, todos, absolutamente todos, han quedado a deber a la ciudadanía en materia de seguridad.

Sí, ha habido temporadas en que baja, pero ¿qué va de la meta perseguida, de los gastos realizados para lograr que las cifras se redujeran a 18 asesinatos por cada 100 mil habitantes que mencionaban las autoridades y las entidades que se han creado y pagado con dinero de los impuestos de todos nosotros? No ha pasado nada. Puro gasto.

Personas van, vienen, gobernantes llegan, viajan a Colombia, a EU, que van a estudiar los sistemas y procedimientos. No se ha logrado nada permanente. Eso sí, quienes han ido a los viajes de investigación, tienen magníficas fotografías de los lugares visitados, que es para lo que sí han servido los millones de pesos que reciben como subvención.

Realidad: Regresan las personas con mucha técnica y conocimiento académico, pero en la praxis, en lo pragmático, no se ven los resultados. Es más, parece que están en otro mundo y viven otra realidad. Parecería que con estadísticas y demagogia pretendieran terminar con el problema de la violencia, de la inseguridad pública.

Sabemos bien que el incremento en las cantidades de asesinatos y violencia que se vive en las calles, viene como consecuencia de que las nuevas generaciones terminan su etapa infantil cada vez a menor edad.

A los 10 o 12 años, niños que deberían estar en la escuela, ya delinquen, ya forman parte de una de las más de 40 o 50 pandillas que existen en la ciudad.

Como le he comentado antes, basta ver la cara de la gente que extorsiona, que venden droga al menudeo, que delinquen y salen en los medios de comunicación. La mayoría, hombres y mujeres, apenas llegan a la mayoría de edad y otros, ni a eso.

Las nuevas generaciones tienen una gran cantidad de tiempo libre, son consumidoras de grandes cantidades de imágenes de violencia y sexo en la tv, películas, música rap, donde la violencia y el sexo son signos de la hombría y las pandillas llenan el vacío creado por la ausencia de un padre.

Sabemos que la injusticia social conduce a la violencia. La violencia y la desigualdad son fruto de la mala gestión de los gobernantes, pero también de la apatía de la sociedad.

En tiempos de elecciones, debemos hablar y tratar estos temas, que son torales, muy importantes. Más que las obras. Las que no lucen por tanta delincuencia y crimen que se viven en las ciudades. Por tanta corrupción de todos.

(*) Daniel Valles es el Comisionado Internacional Anticorrupción de la OMPP

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