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Jesús, María y José

“AI verlo (sus padres) quedaron admirados y le dijo su madre: “Hijo, ¿por qué has hecho así con nosotros? Tu padre y yo, te estábamos buscando con angustia.” (Lc. 2, 48)

Antonio Fernández.- Todo bien del alma tiene principio en la oración sencilla que se convierte en el saludable hábito de iniciar las cosas de la vida en buen orden. La fe y confianza del cristiano católico están depositadas en toda obra creada por Dios.

Ante sus necesidades espirituales y las temporales cree y encuentra en Él comprensión, entendimiento e infinita misericordia, abriendo su corazón al recibir de la oración suplicante y fervorosa como enseña Nuestro Señor Jesucristo: “Pedid y se os dará; buscad y encontraréis; golpead y se os abrirá. Porque todo el que pide obtiene; y el que busca encuentra; y el que golpea, se le abre”.

Con palabras sencillas Cristo Jesús explica la promesa que a la mente humana es imposible comprender, porque está acostumbrada a creer que existe lo que ve, por ello no acude a la oración, se vive inquieto porque ha olvidado cómo confortar su alma ante Dios su Creador.

A pesar de ello, el Señor pide hacer oración dando la fórmula a seguir que expone una y otra vez en su peregrinación por el mundo, pues la oración es de palabra y de obra, pero si la fe es nula lo que se pida en “esa oración” a nada conduce y no será escuchada debido a la frialdad, apatía e indiferencia que muestra en su interior quien con poco interés cree que haciéndola a la ligera o exigiéndola obtendrá lo que pide.

Debido a esta actitud, ahí quedará su mala o débil intención, porque en el fondo de su corazón es nada o mínima la fe y confianza en el Señor y Dios Nuestro.

Lo anterior es una realidad en este siglo XXI. La naturaleza del ser humano creado por Dios es en Él y por Él, poseedor de virtudes que definen las potencias del alma (memoria, entendimiento y voluntad) por las que se tiene condición de aplicar en todo momento de la vida terrena al poder discernir lo bueno de lo malo.

Puede quien quiera adherirse a una u otra, su naturaleza que es dada por Dios lo une al primero y rehúye al segundo, esta virtud no vendrá jamás del Señor.

¿Por qué esa inclinación humana de primero ir al bien y no al mal? Sencillo, porque Dios ha creado al ser humano para ser bueno como Él, dio todos los medios para mantenerse cerca de Él, que es la verdad, pero el libre albedrío es un bien que equilibra en la persona la conducta para perdurar en el bien.

Pero el atractivo de la perturbación seduce y convierte a la persona bien en el juego del bimbalete donde siempre lo más pesado levanta y lo liviano corre el riesgo de caer si no está asegurado.

Por ello, cada persona por sí misma al decidirse a hacer y realizar el bien acumulará tesoros en el cielo y debe desechar el mal para que no cargue peso. ¿Que es fácil, mantenerse o fácil caer, fácil creer, como fácil será no creer? Lo importante es saber de qué se carece para nutrirse de ello que es la fe en Cristo Nuestro Señor que se ha ido perdiendo en una inmensa mayoría por no encontrar cómo nutrirse de ella.

“Los Apóstoles dijeron al Señor: Añádenos la fe. Y el Señor dijo: Si tuvieras alguna fe, aunque fuera tan grande como un grano de mostaza, diríais a ese sicomoro, desgárrate y plántate en el mar y él obedecería”.

Recapacitaron que no era posible porque en ese instante no creyeron en la palabra de Jesucristo Nuestro Señor y dudaron, piden al Señor: “Añádenos la fe”, como si tuvieran algo de ella, sin reconocer que nada tienen.

Mostrando está realidad que en ellos fue y lo es en infinidad de personas que dicen tener fe, San Agustín ilustra: “La primera cosa útil para ellos era la ciencia, esto es, conocer de qué estaban escasos; la gran felicidad, saber a quién lo pedían. Señor, le dicen auméntanos la fe. Ved si no llevaban sus corazones como a la fuente y llamaban para que se les abriera y los llenara. Quiso que se llamase a su puerta, no para rechazar a quienes lo hicieran, sino para ejercitar a los deseosos”.

El estado de gracia fortalece en Cristo Nuestro Señor por la fe: al ser carente de esta condición el alma será sacudida por el remordimiento. La fe en Cristo Nuestro Señor no es querer o no querer, es querer porque siendo nuestro Creador toda alma está obligada por su condición de hijo creado por Dios a corresponder con amor al amor por el que Dios lo trajo con bienes al mundo a cumplir su mandamiento, palabra y Evangelio.

Bueno será aprender de tantas almas que en todo siglo le ubicaron en el centro de su vida, significó que Dios fue y es el centro de sus actos, valoran en Él su camino a la salvación de su alma, lo contrario es vivir una vida en caída libre al precipicio sin llevar paracaídas porque lo olvidó al lanzarse. ¿Qué salvación tendrá? Ninguna.

Cristo Nuestro Señor vino al mundo a cumplir la misión dispuesta por Dios su Padre: redimir las almas del pecado y lo hizo, pero si las almas que vino a redimir lo rechazan es una decisión de mala consecuencia, sabiendo todo hijo creado por Él que la oración encauza hacia Él, quien la esquiva justificando mentiras para no hacerla y prefiere unirse a las cosas frívolas del mundo deja su alma sin el alimento que la fortalece.

hefelira@yahoo.com


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