Inicio LA OTRA NORMALIDAD El recuento de los daños

El recuento de los daños

Jorge Quintana.- La contingencia sanitaria, o como le quiera usted llamar a la crisis que hoy nos ha tocado vivir, nos está llevando a una situación aún más difícil de sobrellevar.

Debemos encontrar caminos diferentes para caminar la angustia, la desesperación, la depresión, las pérdidas de seres queridos; en suma, para encontrar una forma de vida diaria diferente, que nos permita ver el futuro con optimismo y apreciar lo que aún tenemos y nos puede hacer felices.

Cómo podemos enfrentar el desasosiego, si no miramos con cuidado lo que tenemos, a quienes tenemos, dejar de pensar en las crisis para voltear a lo que tiene un significado más profundo en el alma y el pensamiento, y olvidar por momentos, horas o días la tristeza, el infortunio, la desesperanza.

Debemos empezar por hacer un recuento de lo positivo que tenemos en nuestro haber, en nuestro entorno, de todo lo que aún nos hace posible ver el futuro con esperanza.

Admirémonos de la tarde, de la mañana y sus ruidos, de nuestro hogar, de aquello que podemos apreciar sin gastar dinero, solo dedicar minutos del diario trajinar a contemplar los árboles, el cielo, la naturaleza misma.

Disfrutemos la lectura del libro que aguarda en el librero a que lo tomemos e iniciemos la aventura de viajar por otros mundos, por otras culturas, por otros tiempos.

Valoremos la sonrisa de los niños en sus juegos compartidos, en su alegría por la vida, sin pensar en el mañana, solo en terminar a tiempo sus deberes para continuar con sus juegos, todos los electrónicos, los manuales, los de grupo, todos son respuesta cierta a su forma de disfrutar la vida.

Reflexionemos sobre las cosas que hemos postergado para mejores momentos y hagámoslas ahora, porque eso lambien nos dará satisfacciones y habrá de recompensarnos en el presente y en el futuro.

Empecemos por aprovechar el encierro, el aislamiento, para idear actividades diferentes, para programar nuestro día en acciones productivas para enriquecer el alma y el espíritu, que poco lo hacemos y nos da gozo diferente, más duradero.

Hablemos con los amigos, enterémonos más de su día a día, de sus aficiones, de sus carencias y aprovechemos el tiempo en consolidar la amistad que nos otorgan.

Digámosle a todos, a toda la gente, que siempre hemos superado los infortunios con amor, con templanza, somos una sociedad con muchas cualidades y valores, tengamos la fortaleza de superar las crisis.

Démosle a nuestros cariños más cercanos la tranquilidad de vivir con certidumbre, compartamos con ellos el amor, la alegría de estar aquí, aun cuando no podamos abrazarnos, estamos más enteros que nunca, más presentes, más integrados. 

Debemos evitar el contacto cercano, conservar la sana distancia, nos dicen, pero el alma no conoce de distancias físicas, entreguemos nuestro amor con toda el alma, que es lo único que nos hace más humanos.

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